Felipe Vegué, presidente de la Oficina Nacional de la Caza, la Conservación y el Desarrollo Rural (ONC) y de la Asociación de Rehalas Regionales Españolas Caza y Libertad (ARRECAL) siempre ha sido un apasionado defensor de la caza. Su extraordinaria oratoria lo convierte en uno de los representantes del sector cinegético que mejor conectan con el público cuando se sube a un atril, y sus intervenciones han dejado momentos para el recuerdo en diferentes eventos y manifestaciones.

El pasado 20 de marzo no defraudó. Avanzó durante toda la mañana sumergido en manifestación contra la reforma del Código Penal y el Anteproyecto de la Ley de Protección, Derechos y Bienestar de los Animales que pretende llevar a cabo el Gobierno. Lo hizo gritando las reivindicaciones del sector cinegético al tiempo que vigilaba que la protestas transcurría sin incidentes. Y no era sencillo: una marea naranja de más de medio millón de personas desbordaba las calles de Madrid.

Al final de la mañana, cuando esa multitud se agolpaba ante un escenario en el que la caza apenas tenía protagonismo, Felipe decidió saltarse el guion y subir al atril. Su intervención no estaba preparada, pero una desbordante y emocionada legión de cazadores reclamaba la arenga de uno de los suyos. No podía ser que nadie hablase de caza ante aquella legión de cazadores. No podía ser que nuestra gente tuviese que esperar tres turnos de intervención hasta que alguien pronunciase la palabra «caza». No podía ser que después de recorrer miles de kilómetros y colapsar Madrid no hubiese un líder hablándole de tú a tú y mirándole a los ojos. No se lo merecían. Alguien debía calmar la sed de adrenalina de aquel medio millón de almas y dirigir sus gritos de guerra con un discurso repleto de frases motivadoras. Era de justicia. Y Felipe lo hizo. Subió al escenario, y el suelo de Madrid comenzó a temblar.

«Ni a nuestros animales les van a cortar sus atributos ni a nosotros nos van a cortar la lengua»

Vegué, llegó hasta el micrófono, se apoyó en el atril, y exclamó: «Nos sumamos todos juntos para demostrar al Gobierno lo que somos capaces de hacer. Ni a nuestros animales les van a cortar sus atributos ni a nosotros nos van a cortar la lengua. Viva la caza. Viva el campo. Por un mundo rural vivo».

El presidente de la ONC expresó: «este es el principio de muchos más días: en caso de que la intolerancia siga avanzando, no nos van a hacer callar. El mundo rural está vivo y no puede existir un país si no existe un mundo rural. Vivan los cazadores, vivan los cazadores, vivan los campesinos y viva el mundo rural», gritaba Vegué.

«En el mundo urbano no nos conocen, no saben de lo que somos capaces. Creen que siendo una mayoría silenciosa vamos a quedarnos conformes con aquello que nos quieran marcar los intolerantes. No vamos a estar de acuerdo nunca con que nos obliguen a vivir no bajo su batuta, sino sin libertad. Sin el campo no somos capaces de hacer un país grande. España es España porque la gran masa rural ha sido capaz de matar el hambre en este país y de sentar los cimientos para una gran industria, pero sin vosotros no hubiera sido posible», clamaba a las masas.

Y proseguía de esta forma sus palabras: «Ahora hay que decirle a ese Ministerio que se va a gastar 20.000 millones en chiringuitos sociales que con esos 20.000 millones vosotros sois capaces de darle la vuelta a este país y ponerlo donde le corresponde. Y pensad: mañana vamos a seguir negociando con tanto partido político y aquí, en estas cuatro paredes, no saben lo que es sufrir y vivir de la tierra, no saben lo que es mirar al cielo y bajar la vista al suelo, no saben tampoco lo que significa los animales atacados por el lobo, destrozados por el colmillo violento de un animal», defendía Vegue.

«Cazadores, somos garantes de la supervivencia del campo, somos garantes de las cosechas también. Vamos a dar nuestro brazo, nuestro apoyo al mundo rural entero, a agricultores y ganaderos», concluyó antes de que le cerrasen el micrófono.