A finales del siglo XX, el topillo campesino (Microtus arvalis) colonizó la práctica totalidad de los ecosistemas agrícolas en la submeseta norte de la Península Ibérica, conocida como Tierra de Campos. Desde entonces, sus dinámicas poblacionales se caracterizan por fluctuaciones cíclicas de densidad y abundancia, con picos o “estallidos” que generan situaciones de plaga en intervalos regulares cada 2-5 años, lo que supone impactos ecológicos, socioeconómicos y sanitarios importantes a escala regional.

Con el fin de prevenir los daños asociados a los cultivos, el topillo campesino ha sido objeto de gestión poblacional mediante la aplicación de campañas de control químico con rodenticidas anticoagulantes, acompañadas de otras medidas auxiliares. Sin embargo, este método “tradicional” de control de plagas ha tenido un impacto medioambiental considerable y ha sido prohibido en la mayor parte de los países europeos, incluida España. Por lo tanto, es fundamental explorar la eficacia de métodos alternativos y más sostenibles de control de plagas, entre los que destaca el control biológico a partir de la instalación de cajas-nido que favorecen el asentamiento de aves rapaces que, como la lechuza (Tyto alba) o el cernícalo vulgar (Falco tinnunculus), se alimentan de topillos.

El topillo campesino está considerado en Europa como la especie de vertebrado que mayores daños agrícolas produce durante periodos de alta densidad demográfica. Su control poblacional en Tierra de Campos (Castilla y León, España) se ha venido realizando mediante la aplicación de rodenticidas anticoagulantes, la destrucción de los márgenes de los cultivos (lugar donde los topillos encuentran una fuente importante de refugio) y/o mediante el control biológico gracias a la instalación de cajas-nido que favorecen el asentamiento de aves rapaces se alimentan de topillos (Foto: Daniel Jareño).

Científicos del Grupo de Investigación en Gestión de Recursos Cinegéticos y Fauna Silvestre del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (IREC – CSIC, UCLM, JCCM), en colaboración con el Grupo de Rehabilitación de la Fauna Autóctona y su Hábitat (GREFA), han evaluado la eficacia del control biológico del topillo campesino asociado a la instalación de cajas-nido para aves rapaces, utilizando para ello un índice indirecto basado en la presencia o ausencia de signos de actividad de topillos.

Los resultados muestran que la abundancia de topillo campesino fue significativamente más baja en las inmediaciones de las cajas-nido ocupadas, y que ésta incrementa progresivamente según aumenta la distancia a una caja-nido. Por otro lado, considerando el número total de pollos volantones, se observa que la presión depredadora fue especialmente negativa para la abundancia de topillo al final del periodo reproductivo de las rapaces que utilizan las cajas-nido para criar. No obstante, el efecto de las cajas-nido fue muy variable dependiendo de la zona de ubicación, siendo más limitado en el interior de campos de alfalfa, el hábitat óptimo para los topillos campesinos en ecosistemas agrícolas.

En la imagen de la izquierda, el interior de una de las cajas-nido monitorizadas durante el estudio muestra la acumulación de topillos capturados por una pareja de cernícalo vulgar para alimentar a sus pollos. La imagen de la derecha, por su parte, muestra a un ejemplar adulto de cernícalo vulgar llevando un topillo capturado a la caja-nido que ha ocupado con su pareja (Fotos: Alonso Paz/GREFA).

En conjunto, este estudio pone de manifiesto que la instalación de cajas-nido para aves rapaces constituye una alternativa factible para el control biológico de las plagas de topillo campesino, aunque necesita de ciertas estrategias de optimización en zonas dominadas por campos de alfalfa como parte de un programa integral de control de plagas. En este sentido, los autores del estudio proporcionan una serie de recomendaciones, entre las que destacan la necesidad de mejorar la densidad de cajas-nido y su índice de ocupación por parte de la lechuza, de promover la instalación de perchas u oteaderos en puntos clave y de implementar medidas de gestión del hábitat que favorezcan el establecimiento de otros depredadores naturales de topillos, como la comadreja.

Los campos de alfalfa, el hábitat óptimo para los topillos campesinos en los ecosistemas agrícolas de Tierra de Campos, y su gestión actual, favorecen la generación de plagas de alta densidad de topillos y limitan el efecto del control biológico asociado a la instalación de cajas-nido para aves rapaces (Foto: Daniel Jareño).

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