Comienza la temporada de caza del corzo y esto significa que los animales no están resabiados. Dentro de unos meses todo serán rápidas carreras y entradas frustradas, pero ahora pacen tranquilos, ajenos a la presencia de cazadores, guardas y coches. Las aproximaciones son más sencillas, pues se podría decir que están con la guardia baja.
Si no eres un tirador consumado aprovecha este momento para doblar el tiro: si fallas el primero seguramente tendrás una nueva oportunidad, ya que el animal se quedará descolocado unos segundos sin saber bien qué ha sucedido. Apura el mes, que este comportamiento va cambiando a medida que avanza la temporada.
Con el corzo, todo al verde
Las lluvias del invierno, pocas o muchas, y los primeros calores primaverales traen consigo los brotes tiernos y jugosos. Son la perdición del corzo que, como buen sibarita, tras unos meses duros estará ávido de frecuentar los mejores restaurantes. Las bellotas de encinas y robles dejan paso a los frescos pastos naturales y a los incipientes sembrados de trigo y cebada.
Recuerda que es un animal rumiante y que necesita ingerir alimento varias veces al día. Si lo aguardas en la linde del monte junto a una siembra tranquila, tarde o temprano hará acto de aparición.
Busca el agua y pasa desapercibido
Ten en cuenta que un corzo adulto consume entre 2,1 y 3,3 litros de agua por día y el comportamiento y elección del territorio van a estar directamente relacionadas con su disponibilidad. Durante el verano los alimentos tan sólo serán capaces de cubrir alrededor del 25% de las necesidades hídricas a través del alimento, por lo que será muy importante la presencia de agua de calidad en sus territorios.
Por otro lado, el uso de prendas técnicas cada vez es cada vez más habitual entre los cazadores españoles, pero a la hora de pasar desapercibido no todo vale. Si eres de los que persiguen a monteses o rebecos durante el invierno no te pienses que esos estampados te ocultarán ante los curiosos ojos del duende.
Tres lances de caza de corzo en abril para inspirarse antes de la nueva temporada
Los tonos de montaña suelen ser más grises y negros, y en una mañana de abril o dentro de una encina pueden convertirse en señales muy claras y echar al traste la cacería. Además, es básico que cubras tu rostro y tus manos: son las partes más blancas y, por tanto, las más visibles. Si das con el camuflaje adecuado puedes llegar a ser totalmente invisible.