El cazador alcarreño J.S. tuvo la suerte de abatir el pasado 8 de junio, en un coto social de la provincia de Guadalajara, un espectacular corzo con un tremendo grosor en sus rosetas y «bello en su conjunto», como así define el cazador a Jara y Sedal el trofeo del cérvido.
Este aficionado a la caza mayor relata que, tras el confinamiento, en la sociedad estaban «deseosos» de comenzar el pasado 1 de junio su temporada corcera, y fue desde entonces cuando él empezó a tratar de localizar algún animal destacable en este coto social. «Yo sabía que en el barranco en el que encontré a este corzo había buenas piezas, porque cuando hacemos la montería en invierno, siempre sale algún macho con borra en ese puesto que luego es impresionante a partir de abril», asegura.
Y no se equivocó: estuvo varios días recechando por ese lugar hasta que, una semana más tarde de abrir la temporada de los ‘duendes’ del bosque, dio con este espectacular animal: «Fue un día en el que estuve trabajando y, nada más salir, me fui para el coto. No fui buscándole, pero esa tarde me puse en ese sitio y me fui bajando la ladera poco a poco, y a las 20:30 aproximadamente me salieron dos corzos de unos tres años. No quise dispararle a ninguno de los dos y decidí guardar ese precinto para otro más destacable, porque sabía que los había», relata el cazador.
Por fin el encuentro con el gran corzo
Sobre las 21:20 horas, aparecieron de nuevo estos dos animales, a los que les apuntó otra vez, los valoró y decidió no dispararles. A los pocos minutos, apareció el protagonista de esta historia por la parte derecha del cazador: «Le vi algo muy oscuro en la cuerna, y en cuanto le apunté me di cuenta que no le podía fallar porque era impresionante», confiesa.
El cazador se tumbó en el suelo, encaró el rifle a 188 metros, aguantó las pulsaciones y disparó con su Blaser R8 y la munición RWS Speed Tip de 165 grains que había introducido: «Cayó al segundo». «Cuando fui vi la sorpresa. Ya sabía que era grande, pero me quedé impactado al cobrarlo. Iba bajando la ladera y se me aceleraba el corazón conforme me acercaba a este animal. A la que fui a él, tenía más nervios que cuando lo estaba disparando porque sabía que me iba a encontrar algo muy bueno», asegura sobre el momento en que cobró el trofeo.
Según nos cuenta, el animal se encuentra ahora en el taxidermista, pero «es bello lo mires por donde lo mires. Tiene siete puntas pero unos rosetones que no caben en la mano», concluye el cazador.
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