A la hora de medir un corzo es tan importante su tamaño como su belleza. En este último campo entran en juego factores como el color, el perlado o la envergadura, estos últimos en ocasiones ligados al peso y al volumen. Ten en cuenta estos tres aspectos de su cuerna antes de arrepentirte de haber disparado.
Por Juan Arce
El color del corzo
Desde el mismo momento del descorreado irá tomando un tono tostado. Tanto el perlado como los pliegues y surcos influyen en esta pigmentación: los recovecos de las perlas siempre adquirirán un tono más intenso que el resto de la estructura, así que cuantas más irregularidades, más color. Los jugos de las plantas, árboles y arbustos contra los que frota su cuerna también juegan un papel importante en este proceso, sin olvidar las grasas y restos de sangre procedentes del descorreado que tienden a oscurecerse.
Volumen y belleza del trofeo
Los pequeños pliegues y las perlas que se forman en su superficie son los que le otorgan su singular atractivo. Se suele decir que a mayor perlado mayor volumen tiene un trofeo: la valoración de su belleza, por tanto, estará muy influenciada por el volumen, parámetro decisivo en su medición final. Si son cuernas muy lisas, sin pliegues ni perlado, por mucho que el animal se frote no conseguirá un teñido intenso, tendiendo hacia tonos marfil. En un alto porcentaje, los corzos con cuernas más oscuras obtendrán mayor puntuación en este apartado.
Densidad y peso de la cuerna
Según avanza la temporada el peso de la cuerna del corzo aumenta por dos causas: un aporte interior de materia ósea aun después del descorreado y una saturación de los poros de su superficie según transcurre el tiempo. Algunos estudios han demostrado que después del descorreado sigue existiendo cierto flujo sanguíneo, por lo que no existiría un obstáculo fisiológico para que la cuerna ganase en densidad y peso. Otros encuentran una explicación diferente basada en la saturación de los poros de su superficie por resinas y otras materias que penetrarían en su estructura cuando el animal la restriega contra arbustos o matas.