Lo primero que debes tener en cuenta es que en el mercado existen dos tipos de visores: con pocos aumentos para disparar a una distancia de alrededor de los 100 metros y libres de paralaje, y los que tienen más aumentos, por encima de los 12x, e incorporan la llamada torreta de paralaje. En ella están marcadas unas distancias desde cero metros a infinito, y es la que nos va a ayudar a corregir el error de paralaje dándole más o menos metros hasta llegar a ver nuestro objetivo perfectamente. Pero empecemos por el principio.

© Rafa Carillo

El error de paralaje es aquel que se produce cuando se realiza una medición desde distintos ángulos de visión, como cuando nuestro visor y objetivo no se encuentran bien ajustados mediante la citada torreta de regulación y, por lo tanto, no se encuentran en el mismo plano. Una vez entendido el concepto, lo primero y fundamental es regular el corrector de dioptrías hasta ver perfectamente la retícula del visor y después apuntar al objetivo y ajustar la torreta apoyándote en las medidas que vienen marcadas en ella.

Para llevar a cabo este paso debes conocer a qué distancia se encuentra el blanco e ir ajustando suavemente hasta ver todo realmente nítido, tanto la retícula como el objetivo. Ten en cuenta que si está a 300 metros y lo vemos claro en una posición de la torreta de 350 debemos guiarnos por nuestra vista, no por lo que nos indique el fabricante pues las distancias que vienen marcadas de fábrica son aproximadas.

Llévalo a la práctica

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Lo primero de todo es entender este efecto a través de nuestro visor, pero antes quiero explicarlo de una manera práctica. Sólo tienes que marcar un punto del tamaño de una moneda con el pulgar de la mano derecha, si eres diestro, y que esté a una distancia a la que puedas llegar a alcanzar con dicha mano. Ahora posiciona tu pulgar apuntando a la moneda y mantenlo fijo sin moverlo. Inclina ligeramente la cabeza de un lado a otro y verás que según te vas moviendo, el dedo deja de apuntar al centro de la moneda por más que lo mantengas fijo. Esto ocurre porque el dedo no se encuentra en el mismo plano que nuestro objetivo. En el siguiente paso, acerca el dedo a unos pocos centímetros de la moneda y mueve la cabeza igual que antes y verás que tu dedo se mantiene en el centro de la moneda fijamente. Esto ocurre porque se encuentra en el mismo plano. Extrapolado a nuestro visor, significa que en este caso tendríamos perfectamente alineada nuestra retícula con el objetivo, obteniendo como resultado un disparo limpio y preciso.

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