El Consejo General de la Abogacía Española, órgano representativo coordinador y ejecutivo de los 83 Colegios de Abogados del país, ha difundido recientemente en su página web un artículo firmado por Sònia Carbó Serra -abogada del Colegio de la Abogacía de Girona (ICAG) y miembro de la Comisión de Protección de los Derechos de los Animales (CPDA) de este colegio- titulado Caza y deporte. Análisis de su encaje en la sociedad actual y que tiene un marcado carácter anticaza en su contenido.

En su inicio, la autora hace un repaso por la historia de la caza: «La relación entre caza y deporte no es nueva. Ya en la Edad Media se consideraba la caza como un privilegio y un deporte noble, aristocrático y real. La aún vigente Ley 1/1970 de 4 de abril de Caza, en su artículo 2 considera la acción de cazar la ejercida por el hombre cuyo fin es, entre otros, dar muerte a los animales», comienza criticando el artículo antes de definir conceptos como «deporte» según la RAE.

Además, incluso se involucra en descalificaciones contra el físico de los cazadores en alguno de los párrafos: «Los que tenemos la oportunidad de observar frecuentemente a miembros de este colectivo o que los conocemos personalmente, podemos asegurar que no suelen caracterizarse precisamente por un porte atlético». Y, posteriormente, se incluyen otras frases y términos como «psicopatología en forma de sadismo (que es el disfrute que produce causar daño)» o «psicopatía».

La autora, sobre Delibes: «Nada impide que personas que destacan en su ámbito a nivel mundial, sean ruines»

También, en otra parte del texto, critica que autores como Miguel Delibes hayan sido insignes defensores de la actividad cinegética: «¿Acaso la historia no está repleta de artistas cuyo comportamiento fuera del mundo de las artes ha sido poco moral y en algunos casos cruzando la línea de la legalidad? Pensemos en Caravaggio (un asesino convicto), en Henry de Toulouse-Lautrec, Pablo Picasso, o importantes literatos como Pablo Neruda o Ernest Heminghway, que tuvieron comportamientos completamente reprochables», señala la autora.

«Nada impide que personas que destacan en su ámbito a nivel mundial, sean ruines, mezquinos o incluso criminales en otros, y menos aún -como quieren hacer creer ciertos interesados, en el mal sentido de la palabra, si es que tiene alguno bueno- justifica que su grandeza esté ligada a la inmoralidad o amoralidad de su gusto por la caza, como si su coexistencia las potenciara mutuamente», añade en este aspecto.

Más artículos contra la caza en la página del Consejo General de la Abogacía

Pero este no ha sido el único artículo contra la caza publicado en el Blog de derechos de los Animales del Consejo General de la Abogacía. Hay varios más, como el titulado Cuando las armas de caza son un peligro para toda la sociedad. Urgen cambios legislativos, firmado por Amparo Requena Marqués o el redactado por Miguel Rincón Calahorro bajo el título de ¿Se puede fomentar la caza en las escuelas?, destinado a atacar la iniciativa de la Federación Andaluza de Caza de dar a conocer la realidad de la actividad cinegética en los colegios que ya fue avalada por el Defensor del Menor en Andalucía. Mención a parte merece el texto en cuyo encabezado reza La caza y su impacto ambiental, de Ana Cristina Inés Villar, en el que la autora se centra en subrayar los supuestos perjuicios que la actividad cinegética provoca al medio ambiente, obviando la extensa bibliografía científica en la que se demuestran los extroaordinarios beneficios que la caza aporta a la conservación de la naturaleza.