Por su importante valor socieconómico, la codorniz común es una de nuestras especies más emblemáticas. No son pocos los aficionados que cada media veda salen al campo con la esperanza de disfrutar de unas intensas jornadas de caza tras la más pequeña de nuestras galliformes cinegéticas, un ave que da lugar a vertiginosos lances y a inolvidables muestras de nuestros perros de pluma.

A pesar de todo ello, hasta no hace mucho la información disponible sobre el estado de conservación de la especie era limitado e inevitablemente dirigido desde determinadas organizaciones ecologistas radicales cuyo último objetivo no era otro que tratar de limitar e incluso de prohibir su aprovechamiento cinegético en España. Es cierto, no obstante, que es un ave difícil de monitorizar dado su carácter migratorio y esquivo, junto con el hecho de que sólo se pueden detectar con relativa facilidad los machos célibes que emiten su característico canto. 

En el año 2020 la codorniz común pasó de considerarse una especie catalogada como «de preocupación menor» a «casi amenazada» en la Lista Roja Europea de Aves, publicada por la Comisión Europea y elaborada por BirdLife Internacional. Además, en el Nuevo Libro Rojo de las Aves de España, publicado por Seo/BirdLife en 2021, la codorniz se consideraba ya como una especie «en peligro», entendiendo que se está enfrentando a un riesgo muy alto de extinción en estado silvestre. Pese a ello, el sistema paneuropeo de seguimiento de aves (PECMS) no la incluye en su sistema de monitorización por las dificultades de seguimiento antes expuestas.

Un cazador en mano tras las codornices de media veda. © Pedro Ampuero

Una situación muy distinta

Sin embargo, desde el mismo año 2020 el proyecto Coturnix –promovido por el propio sector cinegético a través de Mutuasport con la colaboración de la Fundación Artemisan y la Real Federación Española de Caza– ha empezado a ofrecer resultados que avalan una situación de la especie notablemente distinta a lo que se podría pensar, como describiremos más adelante. A pesar de todo, desde el propio Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico (MITECO) se planteó en el año 2022, al amparo de una solicitud de SEO/BirdLife, la inclusión de la especie dentro del conocido LESPRE (Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial y Catálogo español de especies amenazadas).

La inclusión en este listado, al igual que ocurrió en su día con el lobo ibérico, hubiera supuesto la prohibición definitiva de su caza en nuestro país. Sin embargo, el MITECO tuvo que aplazar su decisión gracias a la oposición de algunas comunidades autónomas como Castilla y León o Navarra y a la acción de la Real Federación Española de Caza y la propia Fundación Artemisan, que remitió un exhaustivo informe sobre los datos obtenidos precisamente en el proyecto Coturnix gracias al esfuerzo de todos los cazadores colaboradores. En todo caso, la intención aún existe y es imprescindible seguir contando con datos sólidos para rebatir cualquier intención en contra de un aprovechamiento sostenible de la especie.

Conocer a la codorniz para estudiarla

Como ya hemos apuntado, son aves fundamentalmente ligadas a medios agrarios, principalmente de cultivos de cereal. También las encontramos en entornos de cultivos de leguminosas como la alfalfa y en pastizales y zonas de sotobosque de media e incluso alta montaña, sobre todo en los periodos centrales del verano. La presencia de agua también es relevante: así, las zonas de regadío cuentan con mayores densidades de ejemplares. No podemos olvidar además sus movimientos en busca de las mejores condiciones ambientales y de hábitat para criar o para obtener recursos tróficos, de modo que, en función de las condiciones meteorológicas y agronómicas podemos encontrar codornices que van moviéndose de sur a norte y de zonas de páramo a zonas de mayor altitud.

Según los estudios disponibles, la población de machos que existe un en lugar concreto puede ‘renovarse’ entre los siete y diez días, dado que los machos buscan rápidamente hembras para aparearse de un sitio a otro sin responsabilizarse de la crianza de los pollos. Durante el invierno las poblaciones mayoritarias de codornices ibéricas migran fuera de la Península hacia entornos más cálidos, si bien cada vez es más evidente que muchos ejemplares se mantienen en zonas templadas del sur peninsular, especialmente Extremadura y parte de Andalucía, pero también en zonas de regadío del centro y norte, donde ya no es difícil toparse con ellas durante la temporada general de caza.

Una codorniz común. © Shutterstock.

Las principales rutas migratorias de las que crían en España se realizan hacia África central e India. A grandes rasgos, las primeras pueden llegar en marzo, pero es durante abril y mayo cuando llega la mayoría. Estas primeras codornices comienzan a reproducirse, pudiendo a su vez desplazarse más al norte o permanecer en la Península. Las más tardías, que arriban en junio o incluso más tarde, serían nacidas meses antes en África, que también pueden completar la reproducción y seguir migrando hacia el norte. Esto explicaría la gran ‘variedad’ de individuos en cuanto a sexo y edad que pueden ser cazados.

Los resultados del Proyecto Coturnix

La última memoria de resultados del proyecto, publicada el pasado verano en base a los datos obtenidos en la temporada 2022/2023, describe distintos métodos de censo empleados para censar a las esquivas codornices. Por un lado se realizan itinerarios de censo para detectar las codornices que cantan de forma espontánea y, por otro, se establecen estaciones de escucha con reclamo, mucho más eficaces. Así, los censos realizados mediante itinerarios contemplaron una densidad media de 2,2 codornices/km2, con las mayores densidades, de hasta 5,6 ejemplares/km2 en hábitats agrícolas desarbolados de la región Atlántica. En el caso de los resultados obtenidos mediante estaciones de escucha con reclamo se obtuvieron unos valores medios de densidad que oscilaron entre las 18,9-23,4 codornices/km2 para 2021 y las 17,5-32,1 para el año 2022. Además, también se analizan los datos obtenidos durante las jornadas de caza de cada temporada, registrando el número de las vistas y capturadas por cuadrilla. 

Para el período 2020-2022, por sector biogeográfico se aprecia en el año 2022 un aumento en el sector Norte, una estabilización en el Valle del Duero y Valle del Ebro y una disminución en la Meseta Norte y Centro Sur. Esto puede deberse a que las condiciones climatológicas extremas y la sequía generalizada en 2022 provocaron un movimiento nomádico de la codorniz durante el periodo reproductor, buscando zonas más frescas del sector Norte, como pastizales de alta montaña y cultivos de regadío. También, a partir de los datos de captura se recogen las alas de los animales abatidos y se registran el sexo y la edad de los animales, comprobando que en todas las biorregiones, a excepción del Valle del Duero, la razón de sexos es superior a 1, lo que indica el paso migratorio precedido por los machos. En el caso del Valle del Duero los resultados parecen indicar que los machos ya habían emigrado cuando se obtuvieron las muestras de alas. En la región Centro Sur, la razón de sexos en la veda general (2,03 en otoño-invierno), es mayor que en media veda (1,12 en verano). Por tanto, se suelen capturar más machos que hembras durante la veda general que en la media veda. 

En lo referido a las razones de edad, los valores parecen indicar que la aportación de la reproducción tardía al tamaño de la población en el periodo 2022-23 ha sido casi inexistente, excepto en la zona Norte. Sin embargo, todas las regiones muestran que esta contribución de la reproducción tardía y central ha sido mayor que en 2021. Destacan los valores de la zona Norte y del Valle del Duero. Además, en la última temporada en todas las biorregiones la razón de edades refleja una población que produce excedentes, con un mayor éxito reproductor de la codorniz en 2022.

La codorniz, protagonista del proyecto Coturnix. © Shutterstock.

Las codornices, viento en popa

Todo lo anterior parece indicar que las poblaciones de codorniz en España presentan un buen estado de conservación, con un sex ratio balanceado y un excedente poblacional. Por todo ello, podríamos apuntar hacia el buen estado de conservación de sus poblaciones en España con una tendencia favorable, a pesar de que aún es pronto para sacar conclusiones puesto que es necesario contar con una serie histórica de datos más prolongada. Por eso, tampoco podemos pecar de optimismo y es imprescindible seguir llevando a cabo un aprovechamiento cinegético sostenible y vigilando, entre otros aspectos, la gestión del hábitat agrario, cada vez más hostil para las especies ligadas a él, o la proliferación de determinados depredadores oportunistas, como los gatos asilvestrados, que contribuyen a la desaparición de esta y otras muchas especies, algunas de ellas muy amenazadas, como algunos alaudidos no cinegéticos, por citar algunos.


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No debemos olvidar que la codorniz europea o común cuenta con un factor añadido de notable relevancia: su carácter migratorio, que hace que la gestión de sus áreas de invernada sea también determinante para establecer la evolución de sus censos, y a pesar de que en nuestro país existen pequeñas poblaciones invernantes en su mayoría son aún ejemplares migratorios. En todo caso, es esencial seguir trabajando desde el propio sector cinegético para que, a partir de la colaboración de cada vez más cazadores, se puedan obtener datos de calidad con series históricas cada vez más largas que consoliden los argumentos para poder seguir ejerciendo una actividad cinegética sostenible de esta y de muchas otras especies.