Por Leopoldo del Valle Yanguas (ingeniero de Montes)

El estrecho vínculo que nos relaciona con la tierra, su fauna y su vegetación nos hace sentirnos responsables de lo que pasa en nuestro entorno natural, alegrándonos cuando la vida, la caza y las bondades de la naturaleza manan a borbotones o entristeciéndonos cuando las cosas no van bien.

Para bien o para mal, tenemos mucho que ver y nos debemos sentir orgullosos por poder demostrar, con nuestro buen hacer, la importancia que para la naturaleza y la conservación tienen unas buenas medidas de gestión en nuestro coto. Sólo así la caza conseguirá perdurar y ser reconocida y respetada. A continuación te ofrecemos cinco mejoras que puedes hacer en tu coto de menor para ayudar a las especies.

1. Lindes sin cultivar (beetle banks)

Es una de las medidas más económicas y de mayor importancia para las especies de menor. El objetivo: ofrecer un lugar de nidificación, refugio y comida excepcional, sobre todo, para la proliferación de polluelos de perdiz.

Se trata de pequeñas lindes de suelo sin cultivar situadas entre entre parcelas de cultivo y con forma de cresta, de 1,2 a 2 metros de ancho y surcadas en sus márgenes, sobre las que pueden sembrarse distintos tipos de cereales y leguminosas. También puede aprovecharse esta estructura para realizar una línea de forestación de quercíneas o para la implantación de pequeños chozos formados con escobones de restos procedentes de poda, muy eficaces.

tractor
Foto: Shutterstock

¿Cómo se hace un beetle bank?

Un tractor agrícola con vertedera irá recorriendo el largo de la linde surcando la tierra y formando media cresta o caballón, en sentido de la labor, volviendo en la misma trayectoria para terminar de formar la cresta, de 50 centímetros de altura, definida por los dos surcos que formará la cuchilla. La separación entre los caballones será de 1,20 a 1,5 metros, respetándose sin labrar entre 60 y 80 centímetros de terreno a cada margen.

2. Cultiva en mosaico

Combinado con los beetle banks, un correcto manejo de las siembras mejorará el hábitat de nuestras especies de menor. Es sencillo: consiste en formar un mosaico de siembras alternando cereal y leguminosas con pequeñas parcelas divididas por beetle banks, lindes naturales de monte o franjas de olivar o forestaciones de quercíneas, consiguiendo aumentar de manera sobresaliente la complejidad del hábitat.

Los efectos se multiplicarán si aprovechamos las parcelas de cultivo al tercio o al cuarto, es decir, si para cada terreno y año seguimos este proceso: labor y siembra-barbecho-erial –uno o dos años, dependiendo del avance o colonización del monte–. Así, cada año tendremos parcelas de leguminosas que se alternarán con otras de cereal y con rastrojos, siembras y zonas de erial que ofrecen refugio en sus lindes. ¡El éxito está asegurado!

Cultivo el mosaico con beetle banks.

3. Mejora las lindes

Respetar las lindes de caminos, charcas… es fundamental para proteger la caza. Si damos un pasito más, mejoraremos el paisaje en el que cazamos. Para ello, podemos reforestar los arroyos y las charcas con vegetación propia de estos ecosistemas, como juncos, mimbreras, chopos y sauces, creando así un entorno más agradable para disfrutar de nuestra afición.

4. Ofréceles refugio

Es, la mayoría de las ocasiones, una medida obligada para mejorar nuestro cazadero.

  • CHOZOS. Son los refugios más sencillos de construir para la perdiz y el conejo y unos de los que mejores resultados ofrecen. Lo más habitual es ‘levantarlos’ con varias escobas procedentes de restos de poda abrazadas a una estaca de acero clavada al terreno –o en su defecto el tronco de una encina adulta– que aporta solidez y consistencia a la estructura.Los distribuiremos por todo el coto agrupándolos en ‘poblados’ y siempre cerca de las zonas de comida y agua.
  • MAJANOS. Los más sencillos se pueden construir con ayuda de palés y piedras. Para ello, primero removeremos la tierra sobre la que montaremos la estructura: así facilitaremos que los conejos puedan horadar sus propias galerías. Después levantaremos una base de cuatro pales y, sobre ella, otros dos a modo de pirámide. Lo cubriremos con ramas para evitar que la tierra se compacte y tapone el majano y con tierra y piedras, disponiendo –con rocas y tablones– entre cuatro y seis entradas algo elevadas sobre el terreno para evitar que se aneguen en caso de lluvia. Elige una zona con cierto desnivel para evitar que se encharquen las madrigueras.
Carlos Díez fumigando un majano de conejos. /Universidad de León

5. Dale comida y bebida

En los ‘poblados’ de chozos y majanos colocaremos comederos y bebederos debidamente protegidos para evitar que los ungulados tengan acceso a ellos.

Lo aconsejable es disponer de un buen número de comederos, bebederos, majanos y chozos repartidos por toda la finca: hay que evitar la creación de puntos de concentración de la caza, auténticos focos de transmisión de enfermedades que además son aprovechados por los depredadores para ponerse las botas.