En el último año, Reino Unido ha vivido una campaña a la que se han sumado medio centenar de famosos para pedir la prohibición de importar trofeos de caza. Celebridades como el músico Ed Sheeran, la actriz Joanna Lumley o la presentadora de televisión Carol Vorderman, firmaron una carta abierta instando al secretario de Medio Ambiente, Michael Gove, para detener la importación de colmillos, pieles y pieles de la caza «cruel, inmoral, arcaica e injustificable».

Tras esto, un grupo de científicos ha advertido de que la conservación de las especies amenazadas se está viendo afectada por el ataque de los famosos del mundo a la caza. La opinión de los expertos ha sido publicada en un artículo en el que The Guardian analiza el problema.

El citado diario expone que grupos como Campaign to Ban Trophy Hunting o Born Free están presionando a los gobiernos del Reino Unido y Estados Unidos para que prohíban la caza de trofeos, con el apoyo de famosos y más de 150 diputados de todo el espectro político.

Sin embargo, existe una amplia evidencia de que para muchas especies amenazadas como el rinoceronte negro, el rinoceronte blanco, el león o el markhor, la caza de trofeos regulada ha traído aumentos de población y reducido otras amenazas peores. Los conservacionistas aseguran que cuando los hábitats se gestionan para que pueda practicarse la caza, se pueden proteger y resultan beneficiadas muchas otras especies en peligro de extinción que viven en el mismo ecosistema.

133 científicos advirtieron en 2019 que prohibir esta caza pondría en peligro la biodiversidad

En 2019, 133 destacados científicos advirtieron en una carta compartida en la revista Science que prohibir la caza sin implementar alternativas viables para proteger el hábitat y generar otro tipo de ingresos para las comunidades locales pondría en peligro la biodiversidad.

Aun así, y en declaraciones al citado medio, Adam Hart, profesor de comunicación científica en la Universidad de Gloucestershire, señala que «muchos científicos conservacionistas tienen miedo de involucrarse en este debate porque es muy tóxico. He tenido gente que me ha llamado cómplice de la industria de la caza, lo cual es una tontería absoluta. Recibimos insultos personales contra nuestra integridad profesional solo por intentar involucrar a las personas con la ciencia y tratar de limitar la pérdida de vida silvestre que se producirá si se prohíbe la caza de trofeos».

Dickman añadió al citado medio que «la narrativa de los activistas, sugiriendo que la caza de trofeos está llevando a las especies a la extinción y prohibirla mejorará las cosas, es falsa. No conozco ninguna especie donde la caza actual de trofeos sea la principal amenaza para su persistencia. Las principales amenazas son la pérdida abrumadora de hábitat, el furtivismo, la pérdida de presas y el conflicto con los humanos, todo lo cual se agravará si la tierra utilizada para la caza de trofeos se convierte en agricultura o asentamiento».

Así influyó la prohibición de la caza en Kenia

La prohibición de la caza de Kenia en 1977 fue seguida por una disminución del 70-88% de los individuos de algunas especies como el jabalí, el kudu menor, la gacela de Thomson, el eland, el oryx y el impala, mientras que el ganado aumentó sustancialmente. Tanzania perdió unidades de acción contra el furtivismo y millones de dólares en áreas de caza después de que se prohibieran las importaciones de trofeos de elefante a Estados Unidos.

La ausencia de cazadores en África por el COVID-19 también provoca graves consecuencias para la conservación

La ausencia de cazadores en África por el COVID-19 ya provoca graves consecuencias para la conservación
León. /Shutterstock

Para hacernos una idea de lo que supondría prohibir la caza de trofeos en algunos países podemos poner el claro ejemplo sucedido el pasado mes de junio, cuando nos hacíamos eco en Jara y Sedal de un estudio publicado por el prestigioso medio The Conversation en el que se ponía de manifiesto que la conservación de la fauna salvaje no ha escapado al impacto de la pandemia COVID-19. Esto se debe en gran parte al hecho de que la financiación del turismo, que apoya la conservación de amplias zonas de África, se ha visto inmersa en una recesión sin precedentes.

El turismo basado en la vida silvestre de África tiene un valor aproximado de 71.000 millones de dólares anuales. Gran parte de ese dinero financia la gestión de áreas protegidas. Por ejemplo, la protección de un solo rinoceronte blanco de Kenia cuesta alrededor de 10.000 dólares cada año, algo que subsiste gracias a la caza.

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