Todo cazador sueña con concluir una jornada de caza dando captura a un ejemplar con algún aspecto que lo haga característico. Esto ha tenido la oportunidad de experimentarlo Juan Luis Domínguez del Río, con 53 años y natural del municipio de Plencia, en Vizcaya, aunque actualmente vive en Ciudad Rodrigo, en la provincia de Salamanca. Junto a su compañero Fernando, ambos han dado captura a un curioso ejemplar de corzo negro.

Juanlu, como todos le conocen, es cazador desde hace cerca de 37 años. Tal y como ha contado al equipo de Jara y Sedal, siempre había practicado la caza menor hasta que, «hace pocos años», empezó con los recechos en el pueblo de su mujer, también en Salamanca. «Desde el primer día me enganchó de pleno, mi afición a la caza es innata porque nadie de mi familia es cazador», ha detallado.

El objetivo de cada domingo

En esa misma región es donde ha tenido lugar este lance que vamos a conocer a continuación. Los dos cazadores vieron al corzo, por primera vez, a finales del mes de marzo. «Al ser un coto social, a mí me tocaba el mes de mayo solo los fines de semana, y por mi trabajo yo solo puedo ir los domingos», ha contado Juanlu.

Sin esperar, el primer domingo de mayo fue con su compañero a probar suerte y ver si volvían a encontrarse con el animal. «A primera hora de la mañana nos metimos muy encima de él», ha recordado, «y nos detectó él antes de verlo nosotros. Nos ladró y ahí se acabó el rececho».

Volvieron a intentarlo el siguiente domingo. «Entramos por el mismo sitio con bastante más cuidado, pero no estaba, aunque sí lo oímos ladrar en unos huertos más abajo sin poder verlo», ha añadido respecto a esa segunda oportunidad.

Lejos de rendirse, el tercer domingo de mayo volvieron al coto, «ya pensando que era casi imposible», según ha asegurado Juanlu. «Decidimos entrarle por otro lado para poder ver los huertos a primera hora. Casi de noche empezamos a recechar y estaba el monte muy tranquilo, no se sentía nada».

Así fue el lance para cazar al característico corzo

«Casi ya con la frustración de haber perdido la oportunidad, nos decidimos a mirar un regato porque estaba al fresco. De repente, lo vimos bajar por una ladera él solo, muy tranquilo», ha comenzado narrando de ese tercer intento. «Nos arrodillamos y esperamos que se cruzara. El tiro era a unos 260 metros, más o menos, con los nervios de ser un corzo muy especial».

El corzo recién precintado. © J.L.D.R.

«Disparé y cayó con las cuatro patas hacia arriba». Pese a creer que ya no iba a volver a levantarse, el corzo se puso en pie «bajando hacia el regato». Al acercarse a la zona en la que había caído el animal, vieron que no había rastro. «Estábamos un poco desesperados por no encontrar nada de sangre y decidimos volver para ver bien la trayectoria del tiro», ha continuado explicando.

Una imagen más del llamativo ejemplar. © J.L.D.R.

«Al volver a bajar por donde bajó el corzo al regato, mi compañero encontró algunas gotas de sangre y, a unos 30 metros, ahí estaba muerto, con un tiro un poco bajo y salida por el codillo. La alegría fue inmensa por un corzo diferente y muy complicado», ha concluido el cazador.

Su compañero Fernando con el bonito corzo. © J.L.D.R.

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La mejor historia de caza de corzo puede llevarse unos prismáticos Burris Droptine y un arnés Beretta

El lance que acabamos de narrar es uno de los participantes en el concurso que desde Jara y Sedal hemos lanzado en colaboración con Beretta Benelli Ibérica (BBI). La mejor historia puede llevarse unos magníficos prismáticos Burris Droptine 10×42, así como un arnés de Beretta.

Quienes quieran optar a este premio pueden hacerlo fácilmente enviando un email a info@revistajaraysedal.es, o bien un mensaje privado a cualquiera de nuestras redes sociales contándonos tu mejor historia de corzos, además de adjuntar las fotos de ese día, tu número de teléfono y seguir en Instagram el perfil de Jara y Sedal (@jaraysedal.es) y el de BBI (@beretta_benelli_iberica).

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