Todo ocurrió durante el mes de septiembre, durante una noche de luna llena. Rafael Hens López, cazador cordobés, se juntó con tres amigos para ir de aguardo a la finca del Cañaveral, ubicada en Córdoba. Fue allí donde vivieron esta jornada de caza que terminó con la captura de un característico ejemplar de jabalí.

Tal y como ha detallado el propio Rafael, la finca «es en su mayoría olivar con una zona de chaparral y monte muy buena. Algunos almendros y regajones frondosos de zarzas, pero sobre todo muy quebrada. Por lo que, de por sí, es un sitio tranquilo en su espesura para estos animales».

Se equipó con «mochila en ristre con trípode, silla, luces, agua fresca y bocadillo, por si se alargaba la cosa» y partió hacia el puesto del arroyo que había elegido.

Un momento de desconexión con la naturaleza

Una vez allí y con «el arma en el trípode, la linterna verde y el seguro puesto, el repelente de mosquitos echado y la botella de agua medio congelada a mano», el cazador ya estaba preparado para lo que pudiera aparecer.

«Ahora es cuando te relajas en el puesto, empiezas a observar el paraje, empiezas a oír en el coto de enfrente, que está cercado, cómo berrean los venados y sabes que irá aumentando ese son a lo largo de la noche», ha comenzado narrando.

Es en ese momento en el que «los pájaros se van a dormir», ha puntualizado. «Es increíble el jaleo que tienen al acostarse y cómo, de repente, cesan en trinar y la calma inunda el monte».

Mientras disfrutaba desconectando de todo, por debajo suya sintió «un leve ruido, uno que no era el habitual» que llevaba escuchando durante tres horas, y entonces se puso alerta.

Así apareció el jabalí

Decidió no encender la linterna porque «la luna estaba ya alta e iluminaba la plaza». Se llevó la sorpresa de que se trataba de un marrano que salió «asomando el hocico en plan receloso, por el lado bajo sin llegar al claro».

«En ese momento se giró», ha recordado el cazador, «le vi blanquear los colmillos y a esa distancia pareció que era ‘el fantasma’. La envergadura también lo confirmaba pues como me enseñó mi tocayo Rafa, era una ‘enorme croqueta perfecta’ y rabo largo».

Asimismo, ha matizado que «cuanto se meten recelosos, pero sin bufar», todavía existe una oportunidad. «Dejé de respirar, lo buscaba con el visor, pero sin echar la luz», ha continuado explicando. «No sabía cómo podía reaccionar y lo sentía mascar dentro de la chaparra».

«Allí estaba, paseo arriba, paseo abajo, pero no salía. Así me tuvo 10 minutos eternos. Lo piensas todo, lo ves salir, que se va, que no, que lo vuelves a oír, miras por el visor… Todo esto con el corazón que se te sale», ha detallado Rafael respecto a ese momento.

La caza del jabalí fantasma

© R.H.L.

De repente, el jabalí salió y el cazador apretó el interruptor de la linterna. «Se iluminó todo en verde, puse el punto rojo del visor en el bicho y que sea lo que Dios quiera», ha expuesto. Finalmente, Rafael disparó su Hornady SST 150 gr del .308 apuntándole al medio y vio cómo se encogió con el disparo.

«Quité la cara del visor y lo sentí que trastabillaba en dirección a la caja del arroyo. Dejé de escuchar nada y los compañeros tardaron poco en preguntar por WhatsApp», ha resaltado el cordobés.

Fue entonces cuando les dijo que había disparado «al fantasma». Esperó un buen rato sin atreverse a bajar a comprobar si el animal seguía vivo. «La caza ya estaba hecha, ahora tocaba esperar».

A la mañana siguiente se despertaron los tres amigos. Hicieron primero un rececho y, después, cogieron el coche para volver a bajar al arroyo. «Me fui directo al disparo y ni gota de sangre», ha recordado. Uno de ellos se metió en la caja del arroyo, mientras Rafael y el otro compañero lo recorrieron por arriba y por abajo, respectivamente.

El primero de ellos lo encontró y gritó para hacérselo saber. «Lo que me entró por el cuerpo no se puede explicar», ha confesado Rafael. «A la nada estaba yo en el arroyo metido y lo vi de culo. Era un oso y al verle de frente era espectacular de bonito, con el pelaje de verano».

«Fue un tiro trasero, casi de riñones», ha matizado. «Esa fue la primera vez que veía un ‘Arocho’ en toda regla. Esa raza de jabalí que es lo más parecido a un culturista de gimnasio. Pechos fuertes, hocico largo y cuartos traseros livianos para correr. Una máquina para matar perros», ha continuado explicando.

Por último, ha valorado que el trofeo conseguido «era espectacular, las amoladeras enormes, los colmillos increíbles en grosor y tamaño». «Dio una puntuación para medalla de oro según mi taxidermista. A mí la medalla me daba lo mismo, para mí será el mejor que he cazado hasta la fecha».

«Además fue un éxito común, lo buscamos entre todos y disfrutamos de ver y tocar un animal de esas características tan excepcional y del cual llevábamos varios años viendo sus rastros, sin poder dar con él», ha concluido Rafael.

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Un cazador de 19 años desafía el mal augurio y caza cuatro jabalíes en su primer puesto de montería


Visor de punto rojo Aimpoint, el premio para la mejor historia de caza

La escena de la que acabamos de hablar es una de las participantes del concurso que desde Jara y Sedal hemos lanzado en colaboración con Ardesa y cuyo ganador se dará a conocer la próxima semana. Si es elegida como la mejor, podría ganar un magnífico visor de punto rojo Aimpoint.