Un nuevo ataque de furtivos ha vuelto a dejar grandes consecuencias para la caza. En esta ocasión, la gran amenaza de la actividad cinegética ha aparecido en un coto de Aragón, donde un grupo de individuos abate ilegalmente jabalíes, ciervos y corzos durante la noche.
De todo ello ha informado a Jara y Sedal un cazador de Bijuesca, un pequeño pueblo situado cerca del municipio de Calatayud, en la provincia de Zaragoza. «Estamos observando que aparecen cada vez más animales muertos sin cabeza», ha comenzado contando.
«Hace cuestión de un mes aparecieron dos ciervos sin cabeza y se avisó a los forestales», ha continuado asegurando el cazador. «De aquí a un año atrás está siendo una masacre ya que suelen ir por las noches con visores térmicos y disparan a todo que ven. Las hembras aparecen muertas al lado de los caminos y los corzos machos pequeños también, los trofeos buenos se los llevan y dejan los cuerpos», asegura.

De la misma manera, ha afirmado que han notado un gran descenso de la población de jabalí, corzo y ciervo en la zona, tanto que, como él mismo ha apuntado, «ya ni se ven». Han podido saber que por las noches se recorren «todos los caminos de Bijuesta y de los cotos de alrededor».

Unos ataques que están afectando a todos los pueblos de la zona
«Hemos intentado hablar varias veces con los forestales y el Seprona, pero van de personal muy mal y muchas veces están lejos y abarcan mucho término», se lamenta uno de los afectados. «Hemos hablado con el alcalde de Bijuesca a ver si podemos hacer algo al respecto y él nos apoya en todo, pero no puede hacer más que contactar con el Seprona», ha seguido insistiendo en cuanto a la búsqueda de soluciones.
De igual modo, también ha hecho saber a este medio que estas situaciones las están viviendo en otros cotos cercanos como los de Deza, Carabantes y Reznos. «En los pueblos de alrededor y en otros que lindan con la provincia de Soria están apareciendo muchos animales muertos en los sembrados», ha manifestado.
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Asimismo, por la frecuencia con la que están ocurriendo estas escenas, él y sus compañeros han podido comprobar que «suelen ir entre semana y, sobre todo, los días de lluvia».
Creen que los furtivos, mayoritariamente, «son de los pueblos de alrededor» y reconoce que hay que tener cuidado con algunos. No obstante, advierte que los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado están al tanto y hace una llamamiento a quienes puedan aportar pruebas, aunque sea de un modo anónimo, para que todo el peso de la ley caiga sobre los furtivos.