Esta joven abatió el pasado domingo el primer jabalí de su vida en una apasionante montería en la provincia de Toledo. Lo cuenta a Jara y Sedal.

28/11/2019 | Redacción JyS

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La joven, con su novio Iván y el jabalí. / L.L.

La joven cazadora madrileña Laura López logró abatir, el pasado domingo 24 de noviembre en una montería en las cercanías de la localidad toledana de Hontanar, el primer jabalí de su vida en una emotiva mañana junto a su suegro y sus alanos. «Como dice mi suegro, todo llega, pero no hubiera imaginado nunca que fuera así, tan familiar», ha comenzado relatando a Jara y Sedal la experiencia. «En mi familia nadie caza, yo no he tenido tradición montera ni oportunidad, pero sí un cariño especial a los perros y al campo, siempre, ya que son los que me han llevado hasta aquí…», sigue explicando la joven.

El pasado domingo, a las once y media de la mañana, llegaron al puesto. «Se trataba de una encrucijada en curva que nos dejaba dos tiraderos en forma de ‘V‘. Me explicaron que podía moverme solamente un poco bordeando esa encina que ahora nunca olvidaré», confiesa Laura a quien la acompañaba su suegro.

«Cargué la escopeta superpuesta de mi suegro y en menos de un minuto llegó la primera ladra. Y el corazón a mil. Pero cómo es posible, mis perros y yo no somos tan rápidos, dónde me he metido…», pensaba para sí la joven, ya que los alanos de su novio estaban participando en la montería. «Pasó un ciervo a lo lejos y pasaban los minutos por el campo pero por mí no, nos empezaba a calentar el sol, se calmaba el viento, y no miento si digo que con la ausencia de ruidos te relajas, inicias una agradable conversación y quizá hasta se te olvida a lo que has venido…», confiesa López.  

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Más imágenes de la jornada cinegética. / L.L.

Llegó la siguiente ladra y los podencos avisaron a la joven: «Era el momento. Mi momento. Afiné el oído, me asomé a la derecha y aunque sentía a los perros aún lejos, de repente se movieron las jaras del borde. Apareció un jabalí un tanto apretado por un podenco y, nada más ver al perro corriendo detrás, quité el dedo del seguro. No se podía disparar», expresa la joven sobre un gesto de responsabilidad que tuvo como cazadora.

Y llegó la tercera ladra. «Me acordé de colocar bien los pies para mayor estabilidad, busqué la bolita del final del cañón que era la que determinaba el final de esta historia… y me adelanté un segundo», declara. «Y ahí aparece, solo, corriendo de derecha a izquierda, y se centra mi bolita en sus cuartos traseros, quito el seguro y en el último microsegundo recuerdo: Laura, hay que adelantar. Respiro. Disparo. Se cubre con las jaras y yo apunto al siguiente claro en esa dirección, aunque se me hace largo, y escucho por detrás una voz sonriente que me dice: dame un beso. Y sin mover un solo músculo pienso: no, no le he dado, seguro que ahora sale… pero llega ese podenco, y otros, y se paran en las jaras del borde del camino. Y al instante llegan unos alanos, y lo sacan, y lo veo». Laura había cazado su primer jabalí.

«Antonio me alcanza, me repite que me acerque con cuidado, ya que ninguno de los dos llevamos cuchillo de remate, ¡me lo he dejado en el coche!», sigue exclamando la joven. «Gracias no tanto a las nuevas tecnologías como a dos voces mías al perrero, aparece rápido, y no puede ser otro sino mi pareja, Iván, quien fatigado y sonriente, el que me lo remató. A mí, y a mis perros. Y no puedo ser más feliz», admite la joven. «Dicen que ya soy montera, cazadora… pero yo digo que esto es cazar en familia. Terminar con huevo, harina y sangre en el pelo. Respetar las tradiciones. Formar parte de esto. Y también digo: gracias», concluye la protagonista sin olvidar hacer especial mención a su rehala: @alanosdeloscuchillares.

Jara y Sedal y Sighmark premiarán las mejores historias de caza de noviembre

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