El pastor y cazador Javi López Muñoz ha grabado esta semana en la Sierra de Loja (Granada) a un extraño ejemplar de macho montés (Capra pyrenaica) que no que no tenía cuernos mientras pastaba con sus ovejas. Se trata de una imagen insólita y nunca antes grabada en nuestro país, que recuerda al proceso de desmogue de los cérvidos, que anualmente tiran sus cuernas aunque, obviamente, no tiene nada que ver.

Tras enviarnos el vídeo, López ha explicado a la redacción de Jara y Sedal que el animal «no es que tuviese los cuernos partidos fruto de alguna pelea o algún accidente, es que directamente no los tenía de nacimiento». El veterinario y experto de Ciencia y Caza Carlos Díez, afirma que «es un caso muy raro». Aunque no se atreve a afirmar una causa exacta, apunta a que es posible que «tenga algún problema hormonal o algún traumatismo de pequeño pero es raro por ser bilateral».

Aunque la imagen que abre esta noticia es una recreación del ejemplar a máxima resolución, a continuación te mostramos el vídeo en el que se puede ver al auténtico macho montés.

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La cornamenta de los machos indica la salud de la población

El desarrollo de la cornamenta es sin duda un gran indicador de la salud de una población de caza mayor, pero al estar sujeto a tantos factores y a su vez tan variables no es fácil saber cuáles son los más importantes, especialmente cuando hablamos de grandes poblaciones en libertad en las que el crotalado o el chip no son posibles.

Un estudio firmado por Jesús M. Pérez y colaboradores, ofrece datos de gran valor sobre la evolución de los cuernos en dos especies emblemáticas de nuestra caza mayor, la cabra montesa y el arruí, en el sureste peninsular, donde ambas especies llevan sufriendo las consecuencias de la sarna sarcópticas desde hace tiempo.

machos monteses
SImon K. Barr, contemplando un trofeo de macho montés. ©Tweed Media

Los autores analizaron datos de cuernos por un período de 18 años en los machos monteses, comprobando que la edad media de los trofeos abatidos se había incrementado como media cuatro años, mientras que en los machos de arruí, para un período de 9 años, la edad media se había reducido en seis meses.

Los autores sugieren que la caza selectiva de los mejores trofeos condujo a una reducción del tamaño del mismo, sin que la disminución de poblaciones tras los brotes de sarna se tradujera en una recuperación de la dimensión en ninguna de las especies. Así lo detalla Ciencia y Caza.