La caza con perros de madriguera no es más que otro método de control de tantos en el que el can juega un papel primordial y en el que, como en cualquier otro, no hay quien lo sepa todo, ya que los animales siempre sorprenden. La primera norma de esta modalidad es ser selectivo: no se puede meter el perro en cualquier boca sólo por el hecho de ser un especialista de las madrigueras.

Para ello, antes se deben dedicar algunas jornadas a cazar el territorio para ver dónde se puede y se debe meter nuestro animal, sobre todo si no queremos desgastarle inútilmente. Por otra parte, los contactos son importantes para esta práctica: los que mejor conocen las fincas son los que las trabajan. Los mejores aliados del cazador son las personas que están en ellas todos los días.

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Las personas que trabajan día a día en el campo son quienes pueden informarnos de la localización de los raposos. © Shutterstock

Nadie debería ir sólo de caza en madriguera, y menos en sus primeras salidas. La aproximación de los miembros de la cuadrilla se debe hacer en absoluto silencio, teniendo en cuenta el aire al colocarse –con él de cara si la madriguera lo permite–. El cazador ayudará al perro permaneciendo callado y no asomándose, hablando o pataleando. Debe existir una estrecha complicidad entre el guía y nuestro animal, aunque lo normal es que éste sepa hacer bien su trabajo y no suele necesitar demasiadas indicaciones. Se debe soltar un solo perro, nunca dos a la vez –lo normal es que se estorben–, y cuando salga el zorro, «tanto si es abatido como si se va a criar», no movernos hasta que lo diga nuestro ‘ayudante’, pues puede haber sufrido algún percance o haber otro raposo dentro.

El uso de ‘las otras armas’

Cazando con perros de madriguera
Dos cazadores y sus perros examinan una madriguera de zorro.

Me refiero a las que no disparan pero tienen un mango muy largo. José Luis me cuenta que él y su cuadrilla las han usado muy poco. Siempre las llevan consigo: una pala plana, un pico y una vara metálica para localizar la galería. Cuando las han usado ha sido un duro trabajo. Me cuenta que Aspirina, la perra de su compañero David, estuvo toda una jornada en una madriguera que tenía la entrada en una tronca vieja de un alcornoque caído. Entró sobre las 11:00 h de la mañana y no salió hasta las 20:00 h de la tarde –en diciembre, ya de noche–. Tuvieron que cavar para rescatarla. Salió mordida: las señales de lucha con un zorro eran evidentes. José Luis pensó que éste no debería de estar mucho mejor que su perra, así que decidieron regresar por la mañana. Como en otras ocasiones, imaginaron que hallarían al raposo alrededor de la boca: «en estos casos, sale a morir fuera». Pero llegaron y no lo encontraron, así que otra vez a cavar. Después de toda la mañana entre piedras, terrones, raíces… David metió la mano y tocó algo peludo: Aspirina le había roto las patas traseras y no podía moverse.

Tipos de madrigueras

Cazando con perros de madriguera
Un cazador y su perro durante una jornada de caza de zorros.

Pueden ser de tierra o piedra. Éstas últimas son las más peligrosas por su dificultad para cavar. José Luis recuerda casos de cazadores que han tenido que llevar agua a diario al perro que se les ha quedado atrapado en una de estas madrigueras hasta que el animal adelgazó y pudieron sacarlo. Pero también son las más seguras para ‘recazar’, pues la misma madriguera la ocupan los zorros temporada tras temporada. En cualquier caso, finalizado el lance, hay que dejarlo todo en el mejor estado posible para que pueda ser cazada en más ocasiones.

¡Mucho cuidado con meter el perro en las tejoneras! Es una especie protegida y debe ser respetada. Por eso, antes de empezar conviene inspeccionar la zona. Una señal inequívoca son las letrinas, pequeños agujeros que hacen en los alrededores de la boca donde depositan sus necesidades. El pasto de las camas, que cambian cada temporada antes de criar, también es una clara señal. Además, el perro puede salir mal parado: si el tejón sale es muy peligroso, ya que utiliza otra técnica de lucha que el zorro: casi siembre va a morder la garganta. Si el tejón abandona su morada no es porque le haya echado el perro: ha salido para evitar la pelea. Si la cueva es de tierra –o peor, de  arena– es aún más peligroso: se puede enterrar o excavar en una galería –el tejón conoce su casa a la perfección– para enterrar al perro… «y entonces ya te puedes echar a llorar porque se asfixia en un momento».

Se trata de casos extremos. Lo normal es disfrutar de este tipo de caza con los excelentes perros que existen hoy día. Además, se puede cazar en zarzales y pajares –que suponen menos riesgo para ellos– con muy buenos resultados.