El cazador albaceteño Julián González abatió hace unos días, en un coto también de la provincia castellano-manchega, un enorme jabalí de 120 kilos de peso y con unos enormes colmillos en la segunda noche de espera de su vida.
«Soy muy aficionado a la caza menor, pero siempre que algún amigo me invita ni me lo pienso y me voy con él», comienza relatando González, que aprovecha cada vez que tiene la oportunidad de ir a cazar jabalíes.
A las 20:00 horas de la tarde ya se encontraba en el puesto. Aquella noche acudía acompañado de un amigo de su municipio y ambos se colocaron en el puesto a las ocho de la tarde: «A él le gusta ponerse muy temprano para no hacer ruido», explica el cazador.
Aparece en escena el jabalí, pero surge un inconveniente. A las once menos cuarto de la noche aproximadamente vieron cómo le entró un jabalí a unos 90 metros de distancia: «Escuché a esa hora un ruido y lo vi comiendo. Lo dejé cumplir aproximadamente diez minutos pero, cuando me iba a disponer a disparar, surgió un problema». El cazador cuenta que, debido a que el rifle era prestado, se confundió al quitar el seguro cuando en realidad estaba tocando el cerrojo. «Eso hizo ruido y el guarro se percató de ello», explica.
Un disparo a 90 metros. El animal estuvo mirándolo unos cinco segundos tras espantada y, cuando su amigo en voz bajísima logró decirle cómo se hacía, Julián apretó el gatillo: «A unos 20 metros de distancia, yacía el animal», que tenía 120 kilos de peso y el citado trofeo. «Se me podía haber ido y me hubiese estado lamentando mucho tiempo, pero la suerte quiso que finalmente lo abatiese», concluye el cazador sobre el viejo jabalí que ha conseguido cobrar.
Cazan en Navarra el jabalí más extraño de la temporada: blanco, con una pezuña atrofiada y un colmillo deformado
El jovencísimo cazador navarro Manu Cabañas, de 18 años de edad, vivió el pasado mes de febrero en el coto social de su localidad natal, Artajona (Navarra), un lance que no olvidará jamás en el que consiguió abatir el jabalí más extraño de la temporada: blanco, con una rara pezuña y un colmillo deformado. Y es que además del peculiar pelaje de verraco, una de las pezuñas traseras la tenía deformada y no tenía una de las navajas (en el interior de la encía estaba deformada), lo que hacía que una de las amoladeras fuese desproporcionada. Así dio con él.