El joven Alberto Sancho abatió este curioso ejemplar con un mechón blanco entre los cuernos en las cercanías de la localidad alicantina de Confrides. Sin duda, una imagen que recordará toda la vida.
27/4/2019 | Redacción JyS

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Alberto Sancho con el arruí abatido. / A.S.

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Otra imagen con la pieza abatida. / A.S.

Aunque fue hace unos meses, hoy sacamos a relucir en Jara y Sedal la historia que tiene como protagonistas al joven Alberto Sancho –de 29 años- y un extraño arruí hembra que abatió en la provincia de Alicante. La particularidad que tenía era un mechón blanco entre los cuernos; sin duda, será una imagen que recordará toda la vida el protagonista de esta historia.
Lo abatió en las cercanías de la localidad alicantina de Confrides, también cerca de la conocida ciudad de Benidorm. Un amigo le ofreció el rececho de este bello ejemplar cinegético y Sancho no dudó ni un solo instante en acudir hasta el municipio levantino para hacerse con un arruí… sin saber aún que tendría esta particularidad.
«Mi amigo se queda varios precintos durante la temporada que luego suele vender paulatinamente», explica Sancho. Cuando le vieron el mechón blanco «nos sorprendió, es algo que no se suele ver con normalidad», reseña el joven. Aunque no lo ha llevado a homologar ya que la taxidermia se la ha realizado un amigo, sí que será un gran recuerdo para colgar en sus paredes.

El paisaje y el lance

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El paisaje que describe Sancho. / A.S.

El paisaje en el que Alberto Sancho abatió este ejemplar de arruí hembra fue «espectacular», ya que era «todo sierra con poca vegetación» pero con una conformación «digna de admirar», dice el protagonista. Al arruí hembra lo abatió a una distancia de unos 175-180 metros, en una zona de «monte de mucha terrera, mucha piedra y muchos y duros riscos», describe.
Tuvo que andar «bastantes kilómetros» hasta dar con el lugar en el que se encontraba el ejemplar y hasta dos días les llevó alcanzarlo a la vista. «El primer día no se veían las hembras, solamente los machos, pero como no tenía precinto de macho no me pude quedar con ninguno. El segundo día sí me pude quedar con una hembra y fue ésta», dice el joven.
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Otra imagen del paisaje de la zona alicantina. / A.S.

Y llegó su primer arruí

Las piezas en el visor. / A.S.

De un solo y certero disparo de su Tika en calibre .300 Winchester Magnum con munición Remington de 180 grains se hizo con el ejemplar. Luego, «la trasladamos con mucho esfuerzo, ya que cayó a un barranco y era una zona en la que son eran terreras. La arrastramos hasta un camino y con un pequeño tractor la llevamos al centro de la finca».
Jamás Sancho había abatido un arruí: «Era una modalidad que no me había llamado la atención, pero hasta que no ves el paisaje y te mueves por allí no ves la importancia y la belleza que tiene la caza de estos ejemplares», confiesa.
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Última imagen con el arruí antes de emprender el camino de vuelta. / A.S.

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