La Federación Catalana de Caza ha informado, en la mañana de este 14 de noviembre, que no se han aprobado los desplazamientos para caza menor en Cataluña, según les ha hecho saber el PROCICAT –Servicio de Protección Civil territorial-.

«A pesar de las peticiones que la Federación ha trasladado a la Consejería de Agricultura, en la reunión de este viernes, el PROCICAT no ha autorizado la movilidad entre municipios», comenzaban explicando en el comunicado de la entidad federativa. «Recordemos que a pesar de ello, la caza menor durante el fin de semana se puede seguir practicando en el municipio de residencia y el colindante», añadían.

Las actuaciones de caza individuales (menor y mayor) se pueden practicar libremente por el territorio de Cataluña durante la semana (lunes a jueves). Durante el fin de semana sólo en el municipio de residencia y en el limítrofe, en ambos casos, respetando en todo momento las limitaciones del toque de queda (horario nocturno).

La Federación Catalana y sus representaciones territoriales, por último, afirmaban «seguir trabajando» para facilitar la movilidad de todo el colectivo en las próximas semanas.

Cinco riesgos graves si se paraliza la caza

Las más de sesenta entidades representativas del medio rural que firmaron un escrito a mediados de octubre para solicitar al Gobierno que declarase la caza como actividad esencial avisaron de cinco riesgos asociados a la posible paralización de la caza, todos ellos avalados por numerosos estudios científicos. El primero de ellos se refiere a los riesgos críticos para la salud pública, la sanidad animal y la sanidad ambiental (tuberculosis, peste porcina africana-PPA, brucelosis, sarna, triquinosis, enfermedad de Crimea-Congo…). Esto sería especialmente grave en el caso de que la peste porcina africana llegase a España.

Asimismo, se registrarían severos perjuicios para la seguridad vial y ciudadana con un incremento de los accidentes de tráfico y posibles afecciones a la viabilidad de infraestructuras como las propias vías férreas.

También son previsibles cuantiosos daños en los cultivos y producciones ganaderas, ya que se multiplicarán las afecciones en las cosechas de cereales, leguminosas, pastos, etc., pero también en infraestructuras de riego y rurales, así como los ataques a las producciones ovinas y caprinas en extensivo.

Otro efecto previsible de la disminución de la actividad cinegética es la generación de desequilibrios ecosistémicos. En esta línea, el documento remitido a Pedro Sánchez pone de manifiesto que «la imposibilidad del control poblacional cinegético en el ecosistema agrosilvopastoral nacional supone un descontrol de la capacidad de carga del medio natural, con severas afecciones a especies sensibles, vulnerables o en peligro de extinción».

Por último, está el efecto directo sobre el mundo rural, con importantísimas pérdidas económicas y de empleo en zonas que, además, están en especial riesgo de abandono demográfico.