Un joven cazador valenciano ha escrito una carta indignado por la subvención del Gobierno a WWF para que estudie métodos de prevención de daños del conejo a la agricultura: «Medio millón de euros habrían supuesto muchísimos EPI, muchísimos respiradores e incluso muchas ayudas para esas familias que se han quedado sin trabajo».
En las últimas horas se ha hecho viral la carta que el cazador valenciano Fernando Cuenca ha publicado a través de Facebook criticando la subvención del Gobierno de medio millón de euros en plena crisis por la pandemia del coronavirus para que el grupo WWF «estudie» métodos de prevención de daños del conejo a la agricultura. Te la mostramos íntegra a continuación:
Carta a nadie
Valencia, a 18 de abril de 2020
Buenos días señoras y señores del gobierno:
Hoy he recibido la alerta en mi smartphone de una noticia, la cual dice que han destinado ustedes 547.512,05€ del presupuesto de gasto público al sector ecologista para el proyecto PreceCo. Dicha iniciativa estará gestionada por la organización WWF, quién se encargará de iniciar un estudio que consiga dar con la fórmula de reducir los daños producidos por el conejo en las explotaciones agrícolas de gran parte de la península, destacando las comunidades de Castilla-La Mancha, Castilla y León, Aragón, Andalucía, Navarra, Madrid, Cataluña, Valencia y La Rioja como las más afectadas.
La primera duda que me asalta al conocer esta noticia es si realmente creen ustedes que esta es la mejor fórmula para conseguir encontrar una solución a esta situación o simplemente es que ya ha llegado la hora de pagar los apoyos electorales.
Como los ciudadanos sí somos personas honestas, honradas y actuamos de buena fe y corazón, voy a querer creer que es cierta la primera de las premisas enunciada y que no conocen ustedes otra fórmula, porque me parecería vergonzoso, deshonrado y propio de un gobierno despótico y tirano que prefiere afianzar los clavos de su silla al suelo de los 6.000 €/mes antes que salvar vidas, el que conociesen otra solución que no costase dinero, pudiendo invertir este en algún que otro menester que habrá en una situación como la que estamos viviendo, donde las vidas de los ciudadanos que han sostenido este país en sus horas más bajas están en juego y, desgraciadamente, van perdiendo las partidas.
Señoras y señores del gobierno, soy un joven de 28 años y soy cazador. Soy cazador como lo fue mi padre y mis tíos, y mis abuelos, y los padres de mis abuelos y varias y varias generaciones. Ellos me enseñaron el buen hacer en el campo, el respeto a la naturaleza, a mantenerla limpia y a respetar las vedas y épocas de cría. Algunos dirán que solo es un ejercicio de egoísmo para poder seguir cazando, pero, aunque así fuere, somos nosotros, los cazadores, los que nos encargamos de mantener limpios los montes, llenos los bebederos y comederos, sembrados los campos improductivos para el consumo…
La caza es para nosotros mucho más que un deporte, es un modo de vida que aporta cuantiosos beneficios económicos a las arcas del estado en forma de turismo cinegético, de obtención de licencias y permisos, de compra de munición, ropaje y utensilios varios, de consumo de combustible, de consumo en los bares de los pueblos para desayunos, almuerzos y comidas, en forma de hospedajes… un sinfín de formas que durante muchos años han ayudado al mundo rural que tan olvidado y maltratado tienen ustedes y han tenido sus predecesores, tratando a las gentes de aldeas y pueblos como ciudadanos de tercera, como circo de verano de los señores de la ciudad.
La caza ha sido, hasta hace bien poco, la solución para situaciones de daños en las cosechas, como lo es esta que nos atañe, provocada por el conejo. No hace mucho que la WWF, organización que gestionará la mentada partida económica, apuntaba la necesidad de incluir al conejo (especie incluida en la lista “100 de las especies exóticas invasoras más dañinas del mundo”) en el Libro Rojo, para especies amenazadas. En cambio, ahora recibe una partida económica para iniciar un estudio que dé con una solución… Es tan enrevesado y estúpido que me niego a volver a mentarlo.
Las sociedades de cazadores de pueblos y provincias siempre han tendido el hombro para, con las técnicas y métodos correctos, disminuir la población de estos lagomorfos hasta cuotas asequibles para una correcta convivencia con la agricultura sin costar ni un céntimo. No obstante, desde los sectores ecologistas, y en concreto desde sus vertientes más extremistas, se mira con recelo y odio la caza, actividad que se está viendo denostada y coartada con el paso de los años, reprimidas sus libertades, y a la que se le está continuamente exigiendo a la par que dejando de conceder.
Hemos visto cómo las soluciones para el control de población de especies salvajes, como el caso del jabalí en Cataluña, han fracasado estrepitosamente, habiéndose generado un gasto inútil en lugar de dejar esta actuación a las federaciones de caza para que gestionaran y organizaran batidas, de forma controlada y eficaz. La explicación es tan sencilla como haber entregado la responsabilidad de cuidar de la naturaleza a quien no la conoce ni la respeta, porque: ¿qué saben de la helada invernal o de la sequía estival? ¿Cuántas veces fueron con tractores a llenar balsas en verano para ganado y fauna cuando la sequía aprieta tanto que causa la muerte de los animales? ¿Cuántos días de frío y nieves fueron a romper las capas de hielo de estas balsas para que bebieran los animales? ¿Cuántos campos perdidos recuperaron para alimentar a la fauna con la siembra de cereales y cuántos majanos construyeron para proteger a los animales de sus depredadores? La historia es la misma y el veredicto el de siempre… el dedo del médico no cambia y el culo le vuelve a escocer al mismo.
Medio millón de euros habría supuesto muchísimos EPI para los profesionales que hoy en día pelean en primera línea de fuego, muchísimos respiradores para nuestros abuelos que están teniendo el más injusto e indigno final, e incluso muchas ayudas para esas familias que se han quedado sin trabajo, esos autónomos que han tenido que bajar la persiana. En definitiva, medio millón de euros habría servido para muchísimo y gracias a ustedes no va a servir para nada, bueno sí, para llenar los bolsillos de aquellos que no consiguieron lo que electoralmente esperaban.
La caza no es perfecta, porque el cazador no lo es, por eso se trabaja diariamente desde las diferentes federaciones y clubes de cazadores para mejorar nuestras actuaciones, siempre conscientes de las realidades de cada momento y las necesidades de agricultores y ganaderos.
Por favor, téngannos en cuenta, olvídense de ideologías y políticas, nosotros siempre tenderemos la mano a aquellos que nos respeten y respeten la naturaleza y nuestro modo de vida.
Atentamente,
un cazador.