Un juzgado conquense ha condenado al guarda de un coto de caza en Villar de la Encina (Cuenca) a un año, siete meses y un día de prisión, además de inhabilitarle por cinco años y obligarle a pagar las costas del proceso judicial y una indemnización de 268.000 euros por matar aves rapaces protegidas. 
3/5/2019 | Redacción JyS 

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El guarda había capturado con métodos masivos multitud de aves rapaces protegidas. / Agentes Medioambientales CLM

Un año, siete meses y un día de prisión, así como el pago de 268.000 euros en concepto de indemnización es la condena que el Juzgado de lo Penal número 2 de Cuenca ha dictado para el guarda de un coto de caza en Villar de la Encina por la muerte de varias especies protegidas, así como el uso de medios ilegales para la caza, según ha informado Periódico CLM. 
La Asociación Profesional de Agentes Medioambientales de Castilla-La Mancha (APAM-CLM), detalla que este guarda había convertido el coto de caza en «un auténtico campo de exterminio», en el que mataba «indiscriminadamente» a aves rapaces de especies protegidas.
Los hechos se remontan al mes de abril de 2016, cuando agentes medioambientales de la demarcación de San Clemente (Cuenca) procedían a realizar una inspección, programada dentro del ‘Plan de lucha contra el uso de cebos envenenados’ en un coto de caza de la localidad conquense de Villar de la Encina. Durante la misma, y tras haber localizado lazos instalados para la captura de predadores en varios puntos del acotado, así como jaulas trampa y un cepo activado sin autorización, procedieron a solicitar explicaciones al guarda del coto.
Según los agentes, la imagen que encontraron en las inmediaciones del cobertizo en el que el ahora condenado guardaba sus enseres «será difícil de olvidar», ya que allí había multitud de cadáveres de águilas, búhos, milanos, cuervos y otros tantos cuerpos de animales que era imposible identificar

El guarda utilizó métodos ilegales para capturar multitud de especies amenazadas 

Según informa el citado medio, durante los registros, fueron intervenidos y decomisados un total de 29 cepos, dos jaulas trampa, 28 jaulas no homologadas, 60 lazos y 255 anzuelos (poteras) utilizados presuntamente para introducirlos en cebos de carne y causar la muerte al animal que los ingiriese.
Desde el colectivo de agentes medioambientales castellanomanchegos recuerdan que los cepos están «totalmente prohibidos», tanto su uso como su tenencia, en toda la Unión Europea.
Junto a todo ello, los agentes localizaron también un jaulón para cría de aves de corral con hurones que, en ese momento, devoraban los cadáveres de varias águilas ratoneras.

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Uno de los hurones del guarda. / Agentes Medioambientales CLM

Se activaba así el protocolo de venenos, hallando los agentes un arcón congelador en el que el guarda ahora condenado metía los cadáveres de aves rapaces protegidas que servían de comida a los hurones, tal y como él mismo reconoció.
Los agentes aseguran que nunca habían visto «nada tan atroz». De hecho, el informe forense elaborado por los veterinarios especializados del Centro de Recuperación de Fauna Silvestre de Albaladejito en Cuenca y que realizaron tanto la identificación de los cadáveres y restos encontrados, como las necropsias de cada uno de los cadáveres, afirma que todos los cadáveres encontrados por los agentes medioambientales en el coto de caza de Villar de la Encina pertenecen a especies incluidas en el Catálogo Regional de Especies Amenazadas.
Se trata de un milano real, tres águilas reales, seis azores, ocho milanos negros, nueve ratoneros, una culebrera europea, nueve búhos reales, una gineta y seis cuervos, detallan desde la Asociación Profesional de Agentes Medioambientales de Castilla-La Mancha.
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Todos los cadáveres encontrados pertenecen a especies incluidas en el Catálogo Regional de Especies Amenazadas. / Agentes Medioambientales CLM

Las necropsias realizadas a cada uno de ellos concluyen que todos fueron capturados con cepos, los cuales mutilaron antes de su muerte las extremidades inferiores de los ejemplares capturados, además, estos informes clínicos determinan que todos ellos presentan signos inequívocos de haber sido devorados después por los hurones que el guarda tenía enjaulados.  
El Juzgado también ha condenado al guarda a cinco años de inhabilitación, además de prohibirle el ejercicio de la pesca y la caza durante el mismo periodo de tiempo, así como a las costas del proceso.