Repasando las redes sociales, se observa un ilusionante movimiento a favor de la declaración de la caza como «actividad esencial». Aparecen las entidades y organizaciones (federaciones, Fundación Artemisan…) que siempre están, a las duras y a las maduras, defendiendo la actividad cinegética a capa y espada. Pero lo llamativo, y esperanzador, es que ¡ahora!, surgen, como setas, todos aquellos que reniegan y desprecian a quienes defienden la caza siete días a la semana, todas las semanas, para aportar, dicen, su granito de arena en esta batalla. ¡Bienvenidos!

Surgen también los que se creen en el derecho de exigir, incluso a través del insulto y las malas formas, que otros le hagan el trabajo. Bienvenidos también.

Es lamentable que los ‘truenos’ de la ruina y los ‘rayos’ de la prohibición sean los únicos capaces de ponernos de acuerdo. Es triste que saquemos la cabeza solo cuando el agua de la ‘tormenta’ nos tapa la nariz. ¡Ojalá! esta puntual unión perdure.

¡Ojalá! comprendamos, de una vez, que la caza se defiende desde la unidad del sector y desde un liderazgo fuerte los 365 días del año. ¡Ojalá!

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