Un informe firmado por 40 investigadores de 25 universidades y centros de investigación de nueve países ha puesto en cuestión los planes para introducir bisontes europeos en el medio natural de España. Este estudio multidisciplinar concluye que la iniciativa no solo carece de base científica y legal, sino que responde a fines simbólicos y mediáticos más que a criterios ecológicos reales.
Una iniciativa sin respaldo científico
Los científicos, expertos en áreas tan diversas como la Ecología Histórica, Paleontología, Genética o Derecho Ambiental, han analizado los argumentos utilizados por los promotores de esta propuesta. Estos defienden que el bisonte europeo contribuiría a recuperar ecosistemas perdidos, reducir el riesgo de incendios y luchar contra el cambio climático, además de reconectar con el mítico bisonte representado en las pinturas de Altamira.
Pero el consenso del informe es rotundo: ninguna de estas justificaciones se sostiene. En palabras de los autores, «los planes de introducción de bisonte europeo en España se han vendido como proyectos de restauración de la naturaleza (rewilding), aunque, en realidad, no cumplen este objetivo». Añaden que el bisonte europeo no puede desempeñar esas funciones mejor que los herbívoros silvestres o domésticos ya presentes.
El bisonte de Altamira no es el mismo

Uno de los puntos más contundentes del estudio desmonta el vínculo simbólico con el bisonte de las cuevas de Altamira. Según afirman, «es imposible que el bisonte europeo pueda sustituir al bisonte representado en Altamira, conocido como bisonte de estepa, porque este bisonte prehistórico es una especie distinta, definitivamente extinguida, que vivió en un hábitat, conocido como la ‘estepa del mamut‘, que tampoco existe en la actualidad».
Además, subrayan que no existen pruebas paleontológicas de que el bisonte europeo habitase nunca la Península Ibérica. En consecuencia, su introducción sería ilegal según la legislación vigente sobre especies autóctonas.
Riesgos ecológicos y motivaciones simbólicas
El informe también alerta sobre los problemas bioclimáticos que supondría su reintroducción. «Debemos asumir que es incapaz de sobrevivir en un clima tan cálido y árido sin la asistencia humana, que debe proporcionarle el alimento, el agua y los cuidados veterinarios que aquí necesita», advierten.
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En paralelo, cuestionan las motivaciones detrás de este tipo de iniciativas. «Se ha explotado su atractivo social y mediático anteponiendo los aspectos emocionales a los estrictamente objetivos con el fin de generar un ambiente proclive a su introducción», denuncian, advirtiendo del riesgo de convertir un símbolo en argumento científico.
Una llamada a la responsabilidad
Finalmente, los expertos han querido lanzar un mensaje claro a instituciones, gestores y ciudadanos preocupados por la biodiversidad: no todo lo simbólico es viable. «Se ha intentado justificar su introducción con supuestos que nunca han sido demostrados» y que, de aplicarse, «rebasan los límites del reasilvestramiento razonable».
El informe actúa como una advertencia ante intentos de introducción en Extremadura, Andalucía o Castilla-La Mancha, apelando a la responsabilidad colectiva frente a decisiones que, aunque bienintencionadas, pueden tener consecuencias negativas para el equilibrio natural de nuestro territorio.