En un mundo dominado por sensores, pantallas táctiles y etiquetas ECO, aún hay quien arranca motores con fuego, paciencia y algo de maña. Es el caso de la familia Martínez, de Alcañiz, que ha dejado boquiabiertos a miles de aficionados al motor clásico al compartir en redes sociales cómo se pone en marcha un tractor Lanz Bulldog monocilíndrico de los años 30, una joya mecánica que no entiende de obsolescencia programada ni necesita software para arrancar.

El vídeo, publicado por la cuenta especializada retroracing.es, muestra el meticuloso ritual de arranque de esta máquina legendaria. Una escena casi ceremonial en la que un hombre se agacha frente al enorme bloque del motor, enciende una candileja y comienza a calentar el cabezal de combustión. No hay botones, ni llaves, ni cables: solo metal, fuego y saber hacer. Mientras las llamas rodean el bloque, los comentarios se disparan: «Sin plástico ni electrónica. Arrancará igual de bien dentro de 500 años», dice uno. Otro bromea: «A ver si un coche del 2020 arranca de aquí a 100 años».

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La magia de la ‘cabeza caliente’

Este Lanz Bulldog de un solo cilindro funciona con un sistema de ‘cabeza caliente‘, una tecnología anterior a los motores modernos que requería calentar la cámara de combustión para que el gasóleo se encendiera al contacto con el aire comprimido. En este modelo, además, se da la particularidad de que fue el primero en montar un radiador de agua, un avance crucial en su época.

El volante del vehículo se desmonta para poder ayudar en el arranque. © TikTok

El motor, de dos tiempos, es una reliquia funcional que arranca tras varios minutos de calentamiento. Una vez la temperatura es suficiente, el conductor hace girar manualmente el enorme volante de inercia… y el tractor cobra vida. El característico sonido del motor, grave y acompasado, es música para los oídos de los nostálgicos.

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Un ritual que emociona

Muchos de los comentarios que ha suscitado el vídeo van más allá de la anécdota técnica. Algunos recuerdan haber visto máquinas como esta en su infancia. Otros relatan cómo sus padres las usaban en faenas agrícolas: «Mi padre lo alcanzó a conducir en el año 50 en Chile… era una muy buena máquina para la cosecha de maíz». Incluso hay quien lo considera arte mecánico: «Ni el mejor dibujante de steampunk diseñaría algo tan molón».

El vídeo ha tocado la fibra de miles de personas que ven en estas máquinas algo más que hierro viejo. Son testigos de una época en la que la tecnología estaba al servicio del hombre y no al revés. Una época en la que el fuego no era un peligro para los sensores, sino el alma del arranque.

Sin adblue, sin centralita, sin prisas

En plena era de los coches eléctricos, de las zonas de bajas emisiones y los protocolos anticontaminación, ver un Lanz Bulldog arrancar en plena calle es casi un acto de rebeldía romántica. Los comentarios irónicos no faltan: «¿Dónde va el adblue?», «¿Corre Android Auto?» o «¿Eso entra en Madrid ZBE?».

Pero más allá del humor, lo que transmite esta escena es la emoción de ver una máquina casi centenaria funcionar como el primer día, sin necesidad de pasar por el taller para cambiar una centralita o actualizar el firmware. Un recordatorio de que, a veces, lo simple funciona… y dura.

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