El cazador Aitor Arnedillo abatió el pasado 2 de julio, junto a su hermano David, a un gran corzo además de peculiar que ambos habían fallado dos veces el año pasado y al que seguían desde hace tres. Ocurrió en un coto de Tierra Estella en un lance que han narrado a Jara y Sedal con motivo del concurso que acaba de lanzar junto a Excopesa.

«Después de tanto tiempo tras él, decidimos que sería mejor realizar una espera», comienza explicando Aitor. Era un día «muy caluroso», por lo que decidieron que sería mejor acercarse a un lugar fresco ya cayendo la tarde, para poder tener más opciones.

Como es habitual en ellos, fueron hablando dirección al cazadero y finalmente decidieron probar nuevamente suerte con ‘El indio’, como así llamaban a este viejo animal conocido por ellos, pues así lo habían llamado tras varias aproximaciones a él y dos ocasiones falladas por ambos el año pasado.

En esta ocasión su hermano le brindó la oportunidad de que hiciera la espera Aitor en soledad, y así en esta nueva jornada él cubriría otra zona nueva del coto. 

Aparece una rabona con tres lebratos y, luego, el corzo

Más detalles de las cuernas del corzo. / Rodrigo Baroja

Tras un buen rato y varios largos tragos de agua cada vez más y más recalentada por la temperatura elevada del día, Aitor fue observando los enclaves estratégicos de la finca. «Llegué a pensar que tal vez me había equivocado por un momento por haber escogido ese sitio. Pero tras un buen rato pude deleitarme con la madre naturaleza, pues una liebre apareció con sus tres lebratos. Pero el protagonista de esta historia seguía sin dar la cara…».

«Cuando miré a un lado de la finca donde había una pequeña inclinación hacia un río cercano vi a una corza con su cría, que como de costumbre allí se ocultaba con esa protección que les ofrecía la orografía del terreno», relata Aitor. «Minutos después torcí la mirada y allí apareció de la zona más sucia e inesperada el corzo. Lo reconocí inmediatamente por su aspecto y cuerna. Fue un destello cual oasis en un desierto», dice el cazador. Finalmente y después de tres años de seguimiento, de observación en su zona habitual y de dos intentos de disparos fallados el año pasado, lo volvía a tener a tiro.

«Pensé que estaba con la hembra, pero no solo estaba esta y su cría, sino un total de tres  corzas formando un pequeño arén para él solito, todas a su alrededor comiendo juntos tranquila y plácidamente», describe el cazador.

El lance

Andrés, a la izquierda, y David, el hermano de Aitor, tras abatir al corzo. / JyS

El corzo no hacía más que alzar la mirada a cada bocado, «haciéndome por momentos desconfiar si estaba bien oculto y protegido para no ser delatado. Cuando pude comprobar que no era más que sus costumbres naturales de vigilancia… entonces mi corazón empezó a latir más rápido y fuerte llegando hacer que los chirridos y zumbidos de los malditos mosquitos, cigarras y grillos de ésta época desaparecieran», dice Aitor.

«Miraba con los prismáticos haciéndome idea con el telémetro de la distancia tomada: eran unos 200 metros», señala. «Pero nada, se trataba como digo de un viejo ejemplar listo donde los haya, y por algo sería que su situación privilegiada y protegida o bien por el alimento que allí había no quería moverse de esa zona ni posición», asegura el joven.

Un disparo perfecto

Más detalles de las cuernas del corzo. / Rodrigo Baroja

«Traté de calmarme, y como decimos siempre ante estas situaciones, traté de que me bajaran las pulsaciones, tomé aire contenido y fijando la cruceta y punto de mi Swarovski Z6i, quité el seguro para apretar suavemente pero con cierta confianza en mí mismo el gatillo dorado de mi Browning Eclipse Gold semiautomático, en calibre .30-06», relata Aitor. El corzo cayó al instante.   

«Dejé pasar unos escasos minutos los cuales me sirvieron para avisar a mi compañero que, a buen seguro, escuchó de lejos el eco de mi disparo. Me había hecho con nuestro viejo amigo El Indio», dice el cazador.

«Después de las bonitas felicitaciones recibidas procedimos a colocar juntos su correspondiente precinto y retirarlo hasta la zona de mi todoterreno. Ya con la escasa luz que nos cernía casi entrada la noche decidí hacer las fotos de rigor», concluye el joven sobre el lance al gran corzo.

En el lance utilizó una Geco Teilmantel de 170 grains. Además, las rosetas tienen entre 200 Y 205 mm además de una punta en la base de la roseta y un orificio desde la base de la luchadera hasta el pivote de la roseta ya sería perfecto.

Jara y Sedal y Excopesa premiarán la mejor historia de caza con unos prismáticos Minox

Jara y Sedal y Excopesa premiarán la mejor historia de caza con unos prismáticos Minox

¿Has cazado algún animal destacable, curioso o piensas que el lance fue único? Pues Jara y Sedal puede premiar tu historia gracias al concurso que acaba de lanzar junto a ExcopesaSi tu historia es elegida, puede que ganes unos magníficos prismáticos Minox X-Lite 8×42.

Para optar a ellos solo tienes que enviarnos un email a [email protected], o un mensaje privado a cualquiera de nuestras redes sociales contándonos tu mejor historia de caza mayor, adjuntar las fotos de ese día y tu número de teléfono, además de seguir en Instagram el perfil de Jara y Sedal (@jaraysedal.esy el de Excopesa (@Excopesa). No tiene por qué ser el relato de un trofeo medallable, aunque se valorarán aquellos extraordinarios, curiosos o llamativos a los que les acompañe una buena historia. En este enlace te contamos cómo puedes participar.