El día en que Paulino Prieto, cazador salmantino, sufrió el accidente por el que perdió un ojo le impactaron 54 perdigones en la cara, 37 en el cuello y otros muchos en el pecho. Era tirador semi profesional, pero jamás pudo volver a competir. Ahora, «sin guardar ningún rencor a la caza», continúa practicándola cada fin de semana.
13/12/2018 | Redacción JyS
Su nombre es Paulino Prieto, es salmantino y un disparo accidental hace 19 años le arrebató un ojo y una trayectoria al alza en tiro al plato. Titulares como «Paulino Prieto machacó a Emilio Velasco», «Aldelengua: ¡Ganó Paulino Prieto!», «Paulino Prieto ganó en una cancha nevada», «Premio Caja Salamanca para Paulino Prieto» o «Paulino Prieto culminó un espléndido fin de semana en Barbadillo y Vitigudino» no se volvieron a repetir desde entonces. Fue un accidente de caza similar al ocurrido en La Rioja hace unos días. Con la tranquilidad de saber que puede seguir practicando la caza aunque no de forma competitiva, atiende la llamada de jaraysedal.es.
Aquel día de 1999 le impactaron 54 perdigones en la cara, 37 en el cuello y otros tantos en el pecho –donde no llegaron a clavar porque llevaba puesto el chaleco-. Jamás pudo volver a competir en tiro al plato tras aquel accidente. Ahora, «sin guardar ningún rencor a la caza», vuelve a practicar esta actividad cada fin de semana.
El percance ocurrió durante una suelta de perdices en Salamanca: «Hicimos el ojeo y en la rebusca íbamos en mano unas cinco personas. Al cazador de mi izquierda le salió una perdiz de los pies, voló el animal hacia mí y me dio el tiro en la cara. Al ver que me estaba apuntando, me dio tiempo a levantar la mano izquierda», pero eso no evitó que los perdigones impactaran en el rostro de Prieto.
«Estuve quince años sin cazar, pero hace cuatro años he vuelto»
Paulino tardó ocho meses en poder conducir y al principio le costaba calcular las distancias. En cuanto a su día a día, el cazador explica que «a veces, por ejemplo, cuando me abren un armario me doy con él al no ver por esa parte», pero defiende que no le guarda ningún reparo a la caza, justo al contrario. «Estuve quince años sin cazar, pero hace cuatro años le perdí el miedo y he vuelto. Solamente vamos dos o tres como mucho».
Sin embargo, lo que realmente le fastidió, más que la caza, fue el tiro al plato. «Eran muchísimas competiciones las que realizaba. Ahora, de 25 platos no paso de 20», señala.
La paloma torcaz, su nueva pasión
La caza de la paloma torcaz representa gran parte de las salidas de caza de Paulino Prieto. «En la finca a la que acudo hay muchas liebres a las que no le tiramos, y nos ponemos al paso de la paloma torcaz. Ando poco, porque tengo una prótesis de cadera en la pierna izquierda y no puedo caminar todo lo que quiero, por eso me pongo a la espera de las palomas».
El tiro accidental se lo dio un conocido, «y tuvimos que ir a juicio ya que me tuvieron que operar dos veces, una para sacarme el daño que me hicieron los perdigones y otra para colocarme una prótesis con movimiento en el ojo», explica. «La prótesis vale muchísimo dinero, que cubrió el seguro hace 19 años. Fuimos a juicio y a mí me dieron 100.000 euros, algo que si no vas por lo penal se demora mucho. Pero la verdad es que yo pagaría otros 100.000 por tener el otro ojo…», asegura.
La importancia de las gafas de tiro en los accidentes de caza
Incluso el modelo más barato de gafas de tiro puede proteger tus ojos de un impacto directo causado por los perdigones de un disparo de escopeta. Sin embargo, no es este el único uso ni el único accidente del que te puede proteger este elemento de seguridad que, lamentablemente, el día del accidente no llevaba Paulino.
Antes de continuar conviene recordar que hay quien usa sus gafas de sol para cazar –las de ir a la playa–, como medida de protección a la hora de disparar. Obviamente no protegen igual que unas gafas de tiro, puesto que sus cristales pueden fragmentarse y hacer el efecto de metralla en caso de un impacto directo.
Por este motivo, el material empleado para la creación de unas gafas de tiro -policarbonato en la mayoría de modelos- es muy resistente ante posibles impactos. Además, la montura está diseñada expresamente para este uso, y ofrece un mayor campo de visión al tirador. A pesar de que los traumatismos oculares en deportes de tiro son poco frecuentes, cuando ocurren pueden ser fatales. Acabar con un pedazo de latón o plomo metido en un ojo es algo posible cuando estamos en el campo de tiro, no digamos ya cazando en mano, donde lo que puede venir hacia nuestros ojos es un perdigón.
Usar gafas de protección durante la práctica de la caza es algo que no está muy extendido en nuestro país, cuando debería ser la norma. Entre los accidentes oculares realizados en ejercicios de tiro se han encontrado lesiones provocadas por ramas, cartuchos del compañero que al salir disparados han impactado en la zona ocular, pequeñas piedras o arena arrastradas por el viento, esquirlas de proyectiles dentro del ojo y un largo etcétera de situaciones que podrían haberse evitado. Los casos más graves se dan cuando un rifle o una escopeta explota por una sobrepresión en su recámara. Un terrible accidente, imposible de prever, que acaba costando la visión, total o parcial, en la mayoría de los casos.
En el mercado internacional existen más de 40 marcas que fabrican gafas para tiradores. Cada una de estas firmas comercializa entre 5 y 50 modelos diferentes, lo que hace que la oferta disponible sea amplísima, con un gran abanico de precios, para que no tengamos ninguna excusa y cuidemos los únicos ojos que tenemos.