Angélica Delgado Redondo, una vecina de la localidad cacereña de La Cumbre -en las cercanías del municipio de Trujillo-, iba a trabajar como cada jornada el pasado 23 de abril hasta el hospital donde desempeña su labor cuando, a cuatro kilómetros de su domicilio, un corzo se cruzó en su camino. La parte delantera del vehículo en el que viajaba quedó completamente destrozada y, por fortuna, la colisión se saldó sin daños personales para Delgado, que ha narrado a la redacción de Jara y Sedal cómo vivió el suceso, que pudo haber acabado en tragedia.

«Fue un susto tremendo. Es una carretera por la que paso todos los días. Es verdad que sí que hay paso de jabalíes, pero no de estos animales. Iba despacio, estaba nublado, y solamente noté el choque; salió desde la zona izquierda, rebotó en el capó del coche tras dar en el faro y se fue a la luna. Cuando paré, me di cuenta de que era un corzo», señala.

La póliza contratada le ha salvado de tener que asumir el coste de arreglar el coche

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El corzo con el que tuvo el accidente. © A. D.

Así, la joven -que no es cazadora, pero sí su padre y hermanos- explica que «una buena gestión cinegética es muy importante» especialmente en esta zona. Y explica que tiene contratada una póliza que le cubre este tipo de accidentes con fauna salvaje, algo que le ha salvado de asumir los costes del arreglo del vehículo.

Por último ha narrado una anécdota graciosa intentando encontrar la parte buena de lo ocurrido. «Al preguntarme mis compañeros qué había pasado, yo les decía: ‘La gente sale a cazar y no caza, y yo sin salir a cazar, he cazado’», dice para quitar importancia a lo ocurrido. Asimismo, apunta que en esta zona «los corzos se han reproducido y adaptado con mucha normalidad por lugares en los que antes eran inexistentes».

El parachoques del vehículo rajado.
El capó del vehículo dañado.