Álex Otal se hizo con dos jabalíes en espera en un coto de Huesca, uno de ellos de 118 puntos, el mismo día que estrenaba el rifle que su padre le había regalado días atrás. Lo narra para Jara y Sedal.
23/6/2019 | Redacción JyS

jabalí espera
El joven Álex, junto al jabalí medallo de oro. / A.O.

El joven andorrano Álex Otal, de 30 años de edad, ha logrado hacerse en una jornada de espera en un coto de la provincia de Huesca con dos grandes jabalíes, pero lo más destacable es que uno de ellos ha sido finalmente medalla de oro con 118 puntos. Además, se da la casualidad de que ese día Álex estrenaba el rifle Browning que hacía algunos días le había regalado su padre.
Fue a primera hora cuando abatió el primero de los jabalíes, aunque como era pronto Álex decidió seguir esperando. Minutos después Otal comenzó a escuchar, a unos 100 metros, un extraño ruido de aliento. «Al momento, lo vi salir de cara desde un pequeño cortafuegos, lo estuve apuntando pero no quise precipitarme, porque solamente le veía colmillos y un cuerpo fuera de lo normal», explica el joven.
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El primer jabalí que abatió Álex. / A.O.

Álex se armó de paciencia y el jabalí, sin percatarse aún de la presencia del joven, se acercó 50 metros más al puesto y se puso a bañarse junto al charco que aparece en las fotografías. «Estuvo un minuto bañándose, pero a mí me pareció la vida…», relata Otal para Jara y Sedal.
Cuando el jabalí abandonó la charca, el cazador tenía «muchas dudas» puesto que no sabía si se iría de nuevo por el barranco, si saldría por donde había abatido el primer jabalí o si cruzaría una pequeña senda para escapar. «En ese momento, escuché un ruido a unos 40 metros de distancia y, al momento, le pude ver el morro al jabalí, los enormes dientes, los ojos y las orejas subidas», relata sobre el impactante momento. El jabalí se encontraba parado justo antes de cruzar la senda.
Entonces, Otal levantó su nuevo rifle Browning, le apuntó un palmo detrás de la cabeza y disparó. «Era la única opción que tenía», relata sobre el instante en el que apretó el gatillo para disparar con su bala Accutip de 165 grains. Y acertó: «El jabalí salió corriendo haciendo mucho ruido, pero a los diez segundos estaba en el suelo», apunta el joven.
«Me fui para el lugar donde le había disparado y no encontraba nada, ni siquiera sangre, por lo que empecé a bajar hasta el barranco, donde lo vi abatido al lado del charco donde pudo bañarse por última vez», reseña. Para el joven, fue «una alegría inmensa» ver el trofeo que acababa de conseguir en espera. Inmediatamente se hizo una fotografía y se la mandó a sus amigos.