1. Para mejorar tus poblaciones de menor hay que acabar con todos los zorros

El control de zorros debe perseguir reducir su densidad, especialmente en momentos críticos como la reproducción de las especies de caza menor, pero no su eliminación completa.

La predación es una función crucial para que los ecosistemas funcionen, dado que predadores como el zorro se comen a individuos enfermos y viejos, contribuyendo a la regulación de las poblaciones de ciertas especies que podrían llegar a ser una plaga (como los roedores y en ocasiones el conejo).

Sí es cierto que fincas a las que “llegan muchos zorros de fuera” deben hacer un esfuerzo mayor, pero no todos los gestores están de acuerdo con eliminar zorros territoriales fuera de las épocas críticas (durante la temporada de caza).

zorro
Zorro. / Shutterstock

2. Debemos repoblar con con gazapos o juveniles porque se adaptan mejor


Existe una creencia popular, en muchos casos fomentada por productores cinegéticos de conejo de monte, que señala que es mejor efectuar repoblaciones con animales jóvenes porque mejoran su capacidad de adaptación al medio. Diversos estudios científicos, amparados por comparativas de supervivencia basadas en radioseguimiento de animales de diferentes edades empleados en repoblaciones cinegéticas confirman que es una creencia completamente falsa.

La respuesta de huida de gazapos y subadultos frente a predadores, la capacidad de desplazamiento y búsqueda de alimento o la resistencia a las condiciones meteorológicas provocan mortalidades postsuelta muy elevadas. Cuando se emplean animales mayores de 6-8 meses, con un sistema digestivo, inmunitario y locomotor bien desarrollados, las tasas de mortalidad se reducen notablemente.

Plaga de conejos emergencia cinegetica
Conejo de monte. / JyS

3. Hay que colocar los bebederos en zonas más espesas del monte

Sabemos que tanto la perdiz como el conejo prefieren utilizar bebederos en zonas cercanas a matorrales o vegetación, en comparación con emplazamientos más abiertos, lo que se explica por la necesidad de cobijarse rápidamente frente a la llegada de un predador y porque en estos emplazamientos se está “más fresquito”.

Pero colocar los bebederos en zonas muy espesas hace que no puedan vigilar un espacio suficientemente amplio y, por tanto, que estos lugares no resulten seguros porque cualquier predador puede pasar desapercibido.

4. Hay que ‘quitar’ los machos de perdiz para que dejen tranquilas a las hembras durante la cría


No es cierto y aunque este tema no se ha estudiado a fondo, sí está descrito que los machos pueden incubar e incluso contribuyen de forma efectiva cuando las hembras son capaces de llevar a cabo dobles puestas en buenas condiciones. Sin embargo es verdad que existen opiniones de gestores que dicen que los “bandos de solteros” durante la época de cría pueden molestar a las perdices emparejadas, pura y simplemente porque los que están solteros quieren pasar a estar “casados”.

Por tanto es esencial mantener un equilibrio adecuado, conociendo las poblaciones que gestionamos y no abusando de la eliminación de machos puesto que también puede haber factores naturales que descompensen las poblaciones, como cuando las hembras mueren durante la reproducción y por eso quedan más machos. La caza con reclamo puede servir para llevar a cabo un aprovechamiento selectivo, pero necesitamos seguir investigando.

5. Tener más codornices no está en mi mano, solo depende del clima

Sin duda el efecto del clima es muy importante, pero al fin y al cabo las codornices son en su mayoría migratorias y por lo tanto vendrán a España para quedarse unos meses o bien pararán antes de seguir su camino hacia Europa. De no existir un adecuado hábitat en nuestro coto, las codornices pasarán de largo o bien permanecerán muy poco tiempo.

Por lo tanto, si hacemos un esfuerzo para mantener rastrojeras, retrasar las cosechas, conservar puntos de agua y seguimos con la gestión habitual para caza menor, es más que posible que las codornices escojan nuestro coto y podamos disfrutar de una media veda de calidad.

6. Para proteger los majanos de la lluvia hay que usar chapas o plásticos


El uso de plásticos o chapas para la construcción de majanos para conejos es una práctica muy extendida. Sin embargo, el empleo de estos elementos artificiales, además de generar un impacto medioambiental elevado, favorecen la condensación de humedad y dificultan la termorregulación natural, haciendo que sea más sencilla la proliferación de invertebrados, pulgas, piojos o garrapatas, vectores de numerosas enfermedades.

Además dividen en dos o más partes la estructura, dificultando la colonización por parte de los conejos. Los mejores majanos son aquellos construidos con materiales naturales, troncos, ramas y piedras, bien entaramados para evitar el acceso directo del agua y protegidos frente a la acción de especies como el jabalí. Se deben dejar algunas entradas disponibles para facilitar el acceso a los conejos, pero después deben ser ellos los que diseñen en su interior las galerías.

7. No hay que cazar hembras de corzo o ciervo porque así criaran más y aumentarán sus poblaciones

Hasta hace pocos años muchos cazadores no entendían que la gestión de ciervos o corzos pasaba también por el control de hembras, llevando a cabo aprovechamientos muy selectivos y casi exclusivos de machos. Esta gestión provoca un desequilibrio en las poblaciones y a medio plazo repercute en una disminución de la calidad de los trofeos entre otros aspectos.

La presencia de muchas hembras generará competencia frente a recursos alimenticios, favorecerá la dispersión y mantenimiento de enfermedades e incrementará las posibilidades de que machos de peor calidad tengan acceso a perpetuar su genética deficiente en generaciones futuras.

8. Los corzos selectivos son sólo los de cuernas deformes, el resto debemos dejarlos

La caza del corzo, realizada mediante una modalidad tan selectiva como el rececho, permite elegir en cada lance qué animal abatir. Cuando la selección se dirige exclusivamente a eliminar animales con cuernas deformes y machos de alta calidad, se irá provocando una deriva poblacional que a medio y largo plazo irán haciendo perder calidad a los trofeos en ese territorio.

Una buena gestión debe basarse en el mantenimiento de poblaciones equilibradas y en densidades óptimas, por lo que hay que llevar a cabo también un aprovechamiento equilibrado de las hembras, animales muy viejos o aquellos que presenten signos de poder sufrir alguna enfermedad.

9. Cuantos más ciervos, corzos y jabalíes haya en el coto, mejor, porque no compiten entre ellos

número de jabalíes cazados
Piara de jabalíes. / Shutterstock


Hasta hace no muchos años, la gestión de la caza mayor, de una forma general, se basaba en la búsqueda de la cantidad, por encima de la calidad, sin embargo, esta tendencia está cambiando. No son pocos los trabajos científicos que demuestran que la presencia de altas densidades de ungulados provoca un descenso en la calidad de sus trofeos, existiendo efectos de competencia directa entre algunas especies como ocurre en el caso del corzo y el ciervo, o incluso del primero con el jabalí.

Esta competencia se manifiesta principalmente en aquellos lugares donde las densidades son muy superiores a la capacidad de carga del territorio y los recursos alimenticios, de agua e, incluso, de refugio, comienzan a escasear. No debemos olvidar tampoco que los ungulados cinegéticos comparten algunas enfermedades, como la propia tuberculosis, que pueden causar importantes efectos sobre los animales portadores. La gestión óptima debe basarse en un control efectivo y exhaustivo de la capacidad de carga y en la priorización de las especies objetivo frente a otras presentes.

10. Los conejos se mueren en el coto pero no hay nada que yo pueda hacer

Cuanto aparecen brotes de enfermedades en los conejos del coto no podemos quedarnos de brazos cruzados. Es importante eliminar los cadáveres para tratar de limitar la difusión del proceso, llevar a cabo una desinsectación de madrigueras para controlar los vectores presentes y ser cuidadosos con el calzado, ropa o guantes que usamos para evitar que seamos nosotros mismos los que podamos transmitir el brote a otros núcleos del coto.

En todo caso, es esencial la prevención, que se consigue mediante el fomento de poblaciones bien consolidadas, a lo que podemos contribuir con aprovechamientos sostenibles, aporte de alimento y agua de calidad cuando es necesario, control legal de predadores y, cuando el historial del coto lo hace recomendable, recurrir a un programa sanitario basado en la vacunación sistemática de ejemplares, con todas las dificultades y controversias que eso conlleva.