Estamos en pleno invierno y las olas de frío se suceden. ¿Cómo puede afectar esto a tu perro? Para minimizar el desgaste físico que supone para ellos cazar en estos meses tan duros debemos extremar aún más nuestros cuidados: procurarles un lugar cálido para descansar, cambiar su menú, vigilar el estado de sus almohadillas… 

1. Hazle un chequeo veterinario

Si no lo has hecho ya, sería conveniente que, antes de empezar a cazar con tanto frío, llevases a tu compañero de caza al veterinario. Bastará un chequeo para comprobar su estado de salud y condición física y de paso ponerlo al día de vacunas y tratamientos antiparasitarios. 

2. Adapta su alimentación

Con las bajas temperaturas aumentan sus necesidades energéticas con el objetivo de mantener la temperatura corporal. Si además debe realizar ejercicio bajo estas condiciones tales necesidades se incrementan aún más. Por este motivo es imprescindible aumentar las calorías diarias que ingiere. Para evitar posibles problemas digestivos que pueden provocarle raciones más abundantes tenemos dos alternativas: añadir grasa animal a su pienso habitual, ya que su metabolismo es muy eficiente para transformarla en glucosa, o sustituirlo por otro de los llamados de alta energía.

3. Añade suplementos vitamínicos y minerales a su dieta

Invierno es la época del año en la que añadir vitaminas a su dieta, sin duda, es más que aconsejable. Hablamos de suplementos específicamente diseñados para nuestros perros de caza que van a cubrir todos sus requerimientos metabólicos y evitar estados carenciales. No sólo van a ayudar a que la recuperación tras una intensa jornada de caza sea más rápida, sino que además fortalecerán su sistema inmunitario y le harán más resistente frente a enfermedades.

La oferta de multivitamínicos de usos veterinarios bien formulados es extensa. Yo siempre aconsejo Redcell, del laboratorio Vetnova. Lo recomendable es empezar a administrárselos desde 15 días antes de la llegada del frío hasta que finalice la temporada de caza.

Una cazadora junto a su perro. © Israel Hernández

4. Vigila su condición corporal

Para comprobar que estás tomando las medidas adecuadas y que funcionan, has de asegurarte de que tu perro no pierde peso. Si esto ocurre es porque la ingesta calórica es inferior a sus necesidades y tiene que tirar de sus reservas corporales para cubrirlas. Si no puedes pesarle semanalmente, presta atención a sus costados: la condición corporal óptima es aquella en la que puedes notar sus costillas al acariciarle pero no verlas a simple vista; sí así fuera, estaría demasiado delgado y tendrías que aumentar la cantidad de alimento diario. Si, por el contrario, además de no ver las costillas no las puedes palpar es porque está engordando.

5. Cuida sus almohadillas

La nieve y el hielo son auténticas lijas que liman las almohadillas de sus patas, volviéndolas muy sensibles al roce con el terreno, llegando a ocasionarles dolor e incluso heridas que tardan en curar, con el riesgo de infección que conlleva, lo que le incapacitaría para cazar. Para curtirlas y hacerlas más resistentes a las abrasiones puedes sumergírselas en agua con sal o utilizar endurecedores comerciales (consulta con tu veterinario).

6. Evita congelaciones

Afortunadamente, en nuestras latitudes no son frecuentes las congelaciones de las partes distales del cuerpo, sobre todo en las orejas. Si ocurriese, puedes aplicar en la zona de la quemadura una pomada con propiedades antibióticas y cicatrizantes como Blastoestimulina, que puedes encontrar en farmacias.

7. Recupérale tras un frío día de caza

Mientras tu perro está realizando ejercicio no siente frío. El momento crítico es cuando deja de moverse y empieza a perder calor corporal, lo que se exacerba al evaporarse el agua de su pelaje si además se ha mojado. Para evitar que pase frío y conseguir que se recupere más rápidamente, a la vez que le proporcionamos confort, sécale con una manta o toalla. Los chalecos son de gran utilidad en estas situaciones. Colócaselo después de secarlo para evitar las pérdidas de calor corporal y que se moje de nuevo si llueve o nieva. También son recomendables mientras están en el puesto, cuando pasan largos ratos quietos.

8. Acondiciona su perrera

Para evitar el desgaste físico que supone el crudo invierno es esencial que disponga de un sitio cálido para descansar, donde sus necesidades energéticas disminuyen. Si no es posible que duerma en el interior, el aislamiento de la caseta o perrera y la orientación en la que está construida es fundamental. Te serán de ayuda las placas térmicas sobre las cuales el perro puede descansar confortablemente. Asegúrate que estén fabricadas con todas las medidas de seguridad para evitar quemaduras y posibles electrocuciones.

9. ¿Caza en el agua? Extrema sus cuidados

La caza de acuáticas es sin duda la modalidad en la que más frío soportan nuestros perros, ya que la evaporación del agua de su pelaje provoca el descenso de la temperatura corporal y comenzará a temblar para generar calor y contrarrestarla.  Por eso es fundamental secarlos muy bien al terminar la jornada. Después, vestirle con un chaleco cálido les reconfortará.

Hay que prestar mucha atención al agua que les puede entrar en el conducto auditivo. Para eliminar la humedad que favorece el crecimiento de bacterias es fundamental aplicarles un limpiador auricular para perros después de todo un día cobrando en la charca.

10. Y al llegar a casa…

Comprueba que su pelaje esté totalmente seco. Si no es así, vuelve a secarle con una toalla. Después, para recuperarse del frío lo primero que necesita es descansar en un lugar cálido. Déjalo un tiempo dentro de casa o en la perrera acondicionada y cuando haya entrado en calor, ofrécele su comida.