Francisco Reche Urban, un cazador de 33 años residente en Reus (Tarragona), olvidó hace años durante una jornada de zorzales recoger las vainas de los cartuchos que había disparado. Sus amigos se la tenían guardada desde entonces y, durante la despedida de soltero que tuvo lugar el pasado sábado en Cardenete (Cuenca), le dieron una increíble lección que jamás olvidará.
«Se hizo de noche y dejé las vainas en mitad de un camino. Dije que al día siguiente volvería a recogerlas y, por despiste, no fui. Me la tenían guardada», cuenta Reche a Jara y Sedal sobre una de las bromas que sus amigos de Cardenete (Cuenca) –el pueblo donde se crió y donde cazaba– le han gastado.
Los amigos de Reche, que se casa este próximo sábado, contaban con la complicidad de Laura Rodríguez, su prometida. «Subieron unas 200.000 vainas en varios viajes desde un campo de tiro de Valencia con las que llenaron mi Suzuki Vitara entero», describe. «Cuando las recogí al día siguiente llené dos sacas de arena de obra, más dos bolsas de basura».
Sus amigos les mandaron hacer pruebas por los parajes del pueblo mientras llenaban el coche de vainas
«Llenaron un bidón de hormigón y varillas que tuve que picar con un martillo y un cincel y luego con un motopico para sacar un cubo lleno de monedas», relata sobre una de las pruebas que junto a Laura le tocó superar. La cosa no acabó ahí, sus amigos metieron los billetes del dinero con el que les obsequiaron por su matrimonio dentro de las miles de vainas que había en el coche, por lo que tuvo que revisarlas una a una.
Francisco nos cuenta que, debido al confinamiento causado por la crisis del coronavirus, sus amigos perdieron la fianza que habían ingresado a una empresa organizadora de despedidas de soltero. «Al final la hicieron ellos y la prepararon a conciencia. Me preguntaron que si se habían pasado. Les dije que no, esto es lo que necesitaba yo para coger fuerzas», nos cuenta mientras ríe recordando la inolvidable despedida que sus amigos le han organizado.
«No me dejo una vaina más en el campo en mi vida»
Después de la despedida que ha tenido que superar, este simpático cazador asegura que ha aprendido la lección: «No me dejo una vaina más en el campo en mi vida». «Si no lo veo seguro ni tiro, no sea que vaya con la repetidora, salga la vaina arreando, la vea alguno y me la vuelvan a liar», dice bromeando para después asegurar que «debemos recogerlas siempre y no dejarlo nunca para otro momento».
A continuación puedes ver cómo se orquestó toda la broma y el momento en el que Francisco la descubrió.