Las bañas, al contrario que los cebaderos, son elementos naturales y los guarros suelen entrar en ellas con algo más de confianza, pero siempre realizarán antes una parada de escucha para, en el 90 por ciento de los casos, hacerlo con el aire de cara. Ten paciencia y no dispares al primero que se presente.

Es difícil cumplir esta premisa con el corazón a mil, pero muchas veces da buenos resultados, ya que detrás puede seguirle el gran jabalí. Un consejo es dejar que cumplan hasta el agua y se revuelquen en el barro. Tras varios minutos interminables terminará su baño, disparando cuando se disponga marcharse. 

Ponte cómodo

En estas noches de verano suele hacer calor, por lo que con una camiseta estarás preparado para esperar durante horas. Olvídate de las capas y los grandes abrigos del invierno, que impiden la libertad de movimientos. Si lo necesitas, rocíate un buen repelente anti-insectos para evitar que los mosquitos te acribillen.

Ten cuidado con el rifle. Vigila que el cañón no roce con una rama y, poco a poco, ve apoyando la culata en el hombro. Si consigues llevar el rifle a la cara sin hacer ruido, parte de la batalla estará ganada.  

Prima la seguridad

Si en el coto sois varios esperistas es fundamental marcar la hora de recogida. La coordinación ha de ser total. Es muy importante que, una vez estéis todos colocados en vuestras respectivas posturas, lo único que se mueva por el campo sea la fauna salvaje.

No sería la primera vez que uno abandona su puesto antes de la hora fijada y es alumbrado por alguno de sus compadres que, nervioso por el ruido, se echa el rifle a la cara al confundirlo con un marrano. Los accidentes ocurren. Por la noche los gatos son pardos y toda precaución, poca. 

Vigilar los aires, clave del éxito de la espera de jabalí

Debes conocer de antemano los aires dominantes a la puesta de sol y revisar las trochas y los rascaderos, así como las bañas a primera hora de la mañana. Si el agua está clara y hay huellas frescas en el barro es que han entrado con el crepúsculo al caer la noche; pero si está turbia, acudirán poco antes del amanecer.

Por otro lado, si disponen de varias bañas en tu coto y eres el único esperista, coloca unos días antes un saco con colonia colgado de una rama allí donde no vayas a hacer el aguardo para centrar a los cochinos en la tuya. Por último, no seas perezoso y colócate con suficiente antelación. También puedes aprovechar para colocar tus cámaras de fototrampeo y así controlar que animales entran cada noche a darse un chapuzón.

Fíjate en todos los detalles

Viste ropa cómoda y por si acaso lleva una chaqueta en el morral. Además del cuchillo no pueden faltar una linterna y antimosquitos. 

Ya en el puesto, controla lo que pasa en el monte y presta mucha atención: el vuelo de una perdiz, un mirlo o una urraca serán signos de que ‘algo’ se acerca. 

Tras el disparo acércate al animal sólo si yace inmóvil. Si se ha marchado herido deja el pisteo para la mañana siguiente. Por último, enciende la linterna al abandonar el puesto. Evitarás sustos desagradables.