Por Juan Arce
Conocer la edad de los ejemplares de nuestro coto es muy útil para realizar una correcta gestión, pero averiguarla a simple vista es casi imposible. Sólo nos queda el consuelo de adivinar cuántas primaveras lleva a sus espaldas el que acabamos de abatir… si sabemos dónde y cómo mirar.
No debemos limitarnos a cazar o tirar lo primero que se nos presenta valorando la cuerna y buscando el mejor trofeo sin tener otras consideraciones en cuenta. Habrá que buscar la selección de las piezas por su edad, buscando el equilibrio entre sexos y cazando los ejemplares que a su juicio sean más aptos a sus necesidades de gestión.
¿Corzo macho o hembra?
La diferenciación de sexos es relativamente fácil, a no ser que sean ejemplares menores de un año, en cuyo caso nos será difícil distinguirlos en campo. En esta etapa, los corcinos, nacidos durante el mes de mayo, mantienen su librea moteada durante las primeras semanas de vida, siendo fácilmente identificables del resto en esta primera clase de edad.
A su vez, durante el mes de agosto los pequeños machos han desarrollado su primera cuerna en forma de pivotes, que nunca exceden los tres centímetros y que mantienen hasta enero, diferenciando así otra clase de edad hasta los nueve meses. Con la siguiente cuerna, que sobre el mes de abril ya está limpia de terciopelo, compuesta de dos perchas con una altura similar a la de las orejas, puede completarse una primera etapa juvenil en los machos hasta el año y medio.
A partir de aquí visualmente es difícil distinguir entre corzos de más de un año, aun así diremos que en cuanto a la diferenciación por edad, las sucesivas cuernas ya pueden constar de las tres puntas definitivas, aunque el desarrollo de éstas depende de muchos factores, por lo que no se puede establecer una relación directa con la edad.
En general, el menor tamaño de los ejemplares jóvenes en ambos sexos se aprecia claramente hasta finales de invierno. Con ello se obtendría un criterio relativamente fiable para establecer una clase de ejemplares jóvenes con menos de 1 año. A partir de la primavera, los individuos jóvenes alcanzan cerca del 80% de su tamaño corporal definitivo, con lo que de visu es prácticamente imposible diferenciarlos.
Fíjate en su aspecto
Los corzos jóvenes mantienen la cabeza erguida. Su apariencia es acortada, con un cuello largo y delgado y un aspecto grácil e inquieto.
Los corzos viejos poseen una cara más ancha y de color más oscuro que los jóvenes. La posición de su cabeza es algo más baja, y su cuello más corto y robusto. Los machos viejos suelen adoptar una posición apocada y ligeramente encogida, con la cabeza hacia atrás y mostrando un cuello ancho y corto. Sus cuernas están en regresión, mostrando unas rosetas cada vez más inclinadas con respecto a la base de la cuerna.
El método del recambio dentario para calcular la edad del corzo
Ni para el más avezado de los gestores es fácil abatir un corzo conociendo sus años de vida con certeza. Para ello hay que recurrir a la observación de la dentadura de los cazados fijándonos en el recambio dentario, es decir, cuando caen los dientes de leche y crecen los definitivos, y a partir de la evolución del desgaste de sus piezas dentales.
Las posibilidades de conocer su edad mediante este método son muy limitadas ya que esta especie muda totalmente la boca a los 12-14 meses de edad, y sólamente permite discriminar a los nacidos antes y después de ese periodo. Para ello hemos de fijarnos en el aspecto del tercer premolar: en los ejemplares inmaduros presenta tres cúspides; en los adultos, dos.
La clave está en el desgaste de su dentadura
Cada pieza dental posee dos crestas, una lingual o interna y otra vestibular o externa. La primera es más elevada que la segunda y su desgaste menos evidente con el paso del tiempo. En las piezas podemos distinguir una cúspide anterior y una posterior, una cresta interna y otra externa, y un surco intermedio.
En ambas crestas se aprecian unas líneas más oscuras, de un color entre ámbar y café con leche y más o menos oscuro, que corresponden a la dentina. El diente o muela se compone de un esmalte externo de color marfil, duro y brillante, la dentina que constituye la mayor masa, y una cavidad pulpar.
En condiciones normales, la única posibilidad de interpretar de forma aproximada la edad de un corzo es a partir de la evolución del desgaste dentario. Éste se produce de forma centrífuga, desplazándose desde las piezas centrales –premolar 3 (PM3) y molar 1 (M1)– hacia adelante y hacia atrás, de modo que lo más importante es tomar cuenta del estado de las cúspides del primer molar (M1). En todo caso, este sistema permite discriminar entre cuatro clases de edad: crías, juveniles, adultos y viejos. La de adulto debe ser considerada con cierta precaución, ya que incluye ejemplares de entre dos y cinco años.
1 año. Es una cría cuando…
Presenta tres cúspides en el tercer premolar (PM3). Si sólo tiene dos, como en la imagen superior, se trata de un adulto.
2 años. Así son los juveniles
La dentina de la cresta masticadora interna del primer molar (M1) tiene forma de rombo. Además, se aprecia un surco medio, presente tanto en el lóbulo anterior como en el posterior. Otro dato revelador lo ofrece la cresta masticadora interna del tercer molar (M3), que muestra finas huellas de desgaste.
De 3 a 5 años. Es adulto si…
La dentina toma forma de media luna y se aprecia un surco medio del primer molar (M1), presente tanto en el lóbulo anterior como en el posterior.
6 o más años. Viejos.
Es un corzo viejo cuando el desgaste del primer molar (M1) es acusado. La dentina adopta la forma de óvalo u oblonga. El surco mediano de la pieza dental ha desaparecido totalmente en los dos lóbulos, o al menos, en la parte anterior.
Teniendo esto presente podemos interpretar las mandíbulas que conservemos y las que vayamos coleccionando según el método que explicamos en la imagen superior. Puede parecer una complicada labor de investigador forense, pero con la práctica te puedes convertir en un auténtico experto en la identificación de la edad de los corzos por su dentadura.