Llega la media veda, ese período tan especial para tantos cazadores, en los que muchos nos iniciábamos en la práctica de la caza, al fresquito de una mañana de agosto, disfrutando de un paseo por las rastrojeras en busca de las codornices o en el puesto esperando la entrada de torcaces y tórtolas.

Hoy las cosas han cambiado. La paloma torcaz se ha convertido en la estrella indiscutible del verano, dado que no podemos cazar la tórtola y la codorniz presenta importantes fluctuaciones a lo largo de los años y dentro de cada temporada. 

Codorniz.
Codorniz. © Shutterstock

Codorniz: así están hoy sus poblaciones

Antes de nada, recordemos que la codorniz es un ave migradora, pasando el invierno en el Sahel (África) y moviéndose a Europa, Asia y también al norte de África para reproducirse.

La codorniz presenta uno de los comportamientos migratorios más complejos, dado que siguen múltiples rutas, a lo que hay que unir un comportamiento nomádico, siendo un ave que utiliza hábitats efímeros, estando sus movimientos determinados por la existencia de recursos suficientes para su reproducción. Las codornices pueden reproducirse ya entre las ocho y diez semanas de vida.

A día de hoy no se conoce con exactitud el tamaño de las poblaciones de codorniz, aunque a nivel global según la IUCN, podrían estar entre 15 y 35 millones de aves, una horquilla muy grande. En 2021 se categorizó como especie casi amenazada por ocupar un amplísimo territorio y haberse registrado una tendencia a la disminución.

En España, tampoco se conoce con exactitud el tamaño de su población; según datos de Rodríguez-Teijeiro y Puigcever (2022), podrían existir alrededor de 285.000 machos y la población de hembras sería un cuarto de ésta. Por otro lado, estimaciones realizadas por el proyecto Coturnix de Mutuasport hasta el año 2021 sugerían una población en temporada de caza de alrededor de

Y a esto hay que añadir la población invernante que tenemos en el suroeste de España y también en algunas zonas del norte y este. 

Lo cierto es que la codorniz es, de lejos, una de las especies de caza más difíciles de monitorizar, dado su comportamiento migratorio y esquivo, que hace que métodos de censo pasivos puedan arrojar datos muy imprecisos.

Según nos comentan desde Fundación Artemisan, en estos momentos se trabaja para desarrollar a gran escala un sistema específico de seguimiento de codorniz (SEC), diseñado por la Universidad de Barcelona, para poder tener mejor conocimiento más fino de la población. 

Codorniz.
Codorniz. © Shutterstock

Sí, se podrá cazar esta temporada la codorniz

Hace unos meses se creó un gran revuelo porque de nuevo, dentro del Comité de Flora y Fauna del Ministerio para la Transición Ecológica y Reto Demográfico (MITERD), se proponía catalogar a la codorniz como especie vulnerable, lo cual hubiera acarreado el fin de su caza.

Finalmente, la propuesta fue retirada y todo parece indicar que se podrá volver a cazar, pero la sombra de la prohibición está ahí. En cuanto a la evolución de las últimas temporadas de caza, hemos consultado con Fundación Artemisan los datos del proyecto Coturnix, sin duda una de las iniciativas más acertadas para promover una conservación y caza sostenible de la codorniz.

Según nos comentan sus investigadores, durante el período 2020-2022 se han observado variaciones en cuanto a las cazadas en distintos puntos de España, y respecto a 2021, en el año 2022 se observó un aumento en el norte, manteniéndose las capturas en las zonas del valle de Duero y el Ebro, con disminución en la Meseta Norte y el centro de España.

Sin duda, la terrible sequía del año pasado indujo a que las codornices se movieran hacia zonas más frescas en el norte. Pero pese a estos vaivenes climáticos, el análisis de alas que envían los cazadores generosamente cada año, muestra que la mayor parte de codornices de que se capturan son jóvenes nacidos en el año en curso, y la caza está generalmente equilibrada entre machos y hembras. 

Tórtola: ¿se están recuperando sus poblaciones?

De nuevo, nos encontramos ante una especie migratoria que pasa el invierno en el Sahel y el verano en Europa y norte de África. La tórtola común, europea o también conocida como africana, sigue estando en moratoria, es decir, no se puede cazar en España y tampoco en varios países que comprenden el paso migratorio del oeste –Francia y Portugal–, en los que no hace mucho se hacían buenas perchas.

Para que vuelva a cazarse, la población debe mostrar una tendencia de recuperación durante varios años y que existan sistemas eficientes para monitorizar las poblaciones y sus capturas.

En Europa se estima que hay una población de alrededor de entre tres y seis millones de parejas reproductoras, y España cuenta con aproximadamente el 40%. Según las fuentes consultadas, a nivel global la tórtola no se está recuperando, pero en España sí.

Hay que tener en cuenta que en estas evaluaciones se utilizan los datos de todos los países europeos en los que la tórtola se puede reproducir, desde países del centro y este de Europa con muy pocas parejas, y otros como España y Francia que por superficie y características del territorio, ofrecen más posibilidades a la especie. 

Tórtola europea
Tórtola europea. © Shutterstock

 ¿Es efectiva la moratoria para recuperar sus poblaciones?

Es de Perogrullo que, al no cazar, se elimina un factor de mortalidad en cualquier especie de caza, pero esta mortalidad puede ser de dos tipos: compensatoria, cuando la caza no incrementa la mortalidad total en una población, y por lo tanto el efecto de la caza se compensa; y aditiva, cuando sí incrementa la mortalidad total, es decir que la caza añade más mortalidad que no existiría en ausencia de esta actividad.

Varios estudios disponibles confirmaron que en ciertos contextos la caza de la tórtola que se practicaba en zonas en las que se aportaba alimentación –incluyendo cebaderos, mal planteados y gestionados– podía dañar la población, al cazarse más de las que podían criar en un territorio.

Estos mismos estudios también mostraban la otra cara, dado que al existir más alimento podía incrementarse la población, es decir, el número de jóvenes producidos por pareja de tórtolas y temporada. Por lo tanto, en función de la gestión y caza realizada podemos tener casos de mortalidad compensatoria o aditiva, siendo necesario apostar por la primera. 

 Hasta la fecha, no tenemos datos de si la moratoria está sirviendo para recuperar las poblaciones de tórtola en España. Ya a partir de las temporadas 2012-2013, según datos de SEO/BirdLife, las poblaciones han mostrado una estabilización y ligero crecimiento, lo cual puede deberse a una combinación de factores; menos presión de caza, mayores esfuerzos de gestión de la especie por parte del sector cinegético y mejores años de supervivencia invernal en el Sahel.

Según nos comentan desde la Fundación Artemisan, antes de la moratoria del 2021, una importante proporción de cotos no cazaba la tórtola, pero la gestionaba. A falta de más datos, es posible que la moratoria esté acelerando en España la recuperación de la tórtola, pero este esfuerzo podría no ser del todo efectivo si no se incrementan los esfuerzos para gestionar el hábitat y proveer de nuevas zonas para la reproducción, algo que pasa en otros países en los que la tórtola no se caza desde hace tiempo, y no han visto crecer sus poblaciones. 

Los cazadores de África, ¿culpables o inocentes?

Una de las tradiciones más arraigadas cuando hablamos de media veda, es echar la culpa a nuestros vecinos del sur, aprovechando vídeos en los que se muestran masacres de tórtolas o bien captura en red de codorniz. Nuestra postura en este sentido es clave: ni son culpables ni inocentes. Hay matices que tenemos que aclarar y sobre los que se debería reflexionar.

En primer lugar, hay que dejar claro que el norte de África cuenta con poblaciones de codorniz y tórtola, es decir, aves que nunca –o raramente– cruzarán el estrecho de Gibraltar, terminando allí su migración, reproduciéndose y vuelta para el Sahel.

Una tórtola bebe en una charca creada por cazadores. © Archivo
Una tórtola bebe en una charca creada por cazadores. © Archivo

Los que han pisado esas tierras sabrán que en los últimos tiempos el norte de Marruecos se ha vuelto un vergel y se parece al paisaje agrícola español de los tiempos del blanco y negro. Y es sobre estas poblaciones, sobre las que tanto cazadores nativos como extranjeros –incluyendo españoles–, ejercen la caza.

En el caso de la tórtola en Marruecos se puede cazar desde mediados de julio, con cupos de hasta 50 tórtolas por cazador y día. Pensemos en que cuentan con zonas agrícolas con densidades de nidos ¡que superan los 20 por hectárea!

 Lucha contra el furtivismo

Eso sí, también es sabido que en el norte de África se practica caza ilegal, fuera de temporada de caza y en períodos de migración. Esto incluye la captura ilegal de codornices con red, un espectáculo espantoso que nos pone la piel de gallina.

Frente a esta situación sólo nos queda protestar y denunciar ante las autoridades competentes esta situación, una de las labores de las asociaciones cinegéticas en Bruselas y en organismos internacionales –tarea realizada por FACE–.

Por lo tanto, es necesario atajar estas prácticas en el norte de África, pero que esto no nos reste energías para seguir luchando por lo que tenemos aquí. De poco vale echar la culpa a Marruecos si en nuestros cotos no hacemos nada.