Durante años, las tórtolas que se podían observar en el cielo español se reducían a dos especies bien conocidas: la europea (Streptopelia turtur) y la turca (Streptopelia decaocto). Sin embargo, una nueva protagonista ha comenzado a abrirse paso con sigilo. Se trata de la tórtola senegalesa (Spilopelia senegalensis), un ave de origen africano que ya habita de forma estable en las Islas Canarias y que empieza a establecer pequeños núcleos reproductores en el sur peninsular.

Aunque sus avistamientos aún son poco frecuentes, cada vez son más los ornitólogos y naturalistas que confirman su presencia en provincias como Cádiz o Málaga. Estos registros, aunque dispersos, parecen indicar que esta especie ha iniciado un proceso de expansión similar al que protagonizó en su día la tórtola turca, que pasó de ser un ave exótica a formar parte del paisaje habitual de muchos pueblos y ciudades.

Un ave inconfundible

La tórtola senegalesa destaca por su aspecto elegante y llamativo. De cuerpo estilizado y cola larga, luce tonalidades que van desde el rosado pálido al marrón lila, con un característico collar de plumas partidas a cuadros en rojo y gris que adorna ambos lados de su cuello. En sus alas puede apreciarse una marcada línea gris azulada, una señal útil para diferenciarla de otras especies similares.

Habitual de zonas con poca humedad, esta ave suele desplazarse por el suelo en busca de semillas e insectos. Aunque puede formar pequeños grupos, se la ve con más frecuencia en pareja, especialmente en las cercanías de puntos de agua.

De África a la Península Ibérica

Una pareja de tórtola senegalesa. ©Shutterstock

La llegada de esta tórtola a España no es un fenómeno nuevo. Su presencia en Canarias se remonta a hace varias décadas, tras haber colonizado el archipiélago desde el norte de África. En los últimos años también se han detectado núcleos estables en Ceuta y Melilla, así como avistamientos ocasionales en Baleares.

La diferencia ahora es que parece haber comenzado un asentamiento más regular en la Península, lo que podría derivar en su expansión progresiva por otras regiones, si se dan las condiciones ambientales adecuadas. De momento, los núcleos localizados son reducidos, pero su comportamiento adaptable sugiere que podría convertirse en una presencia habitual en el futuro.

¿Será una nueva especie cinegética?

Una de las preguntas que ya se plantea en ciertos foros cinegéticos es si, en caso de afianzarse, esta nueva especie podría llegar a incluirse entre las aves autorizadas en la media veda. Por el momento, la respuesta es incierta, ya que sus poblaciones siguen siendo escasas.

Su comportamiento difiere notablemente del de la tórtola europea: su vuelo es más estable y predecible, sin los bruscos quiebros de la especie autóctona. Este detalle, sumado a su dieta basada en semillas y pequeños insectos, la convierte en un ave peculiar cuyo seguimiento será clave en los próximos años.

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