Era una batida por daños. El objetivo: cazar el mayor número de jabalíes posible para reducir su exceso de población y los daños que causan a la agricultura. Sergio Reyes nunca imaginó lo que la Diosa Diana le tenía reservado aquella mañana.

25/8/2019 | Redacción JyS

Sergio Reyes, tras la batida por daños celebrada en la localidad oscense. / S.R.

Sergio Reyes, natural de la localidad catalana de Olesa de Montserrat y de 29 años de edad, cazó la pasada temporada hasta 7 jabalíes en un mismo puesto en una humilde batida por daños en las cercanías de Nachá, en la provincia de Huesca. Ahora, con motivo del concurso que Jara y Sedal tiene en marcha junto a Beretta Benelli Ibérica, se ha decidido a comparti la historia con todos nosotros.

La mañana comenzó bien, ya que a Reyes le tocó la postura número 4 y en la 5 no había nadie porque uno de los cazadores no acudió a la hora del sorteo. «Me coloqué en el puesto sobre las 10:20 y vi que mi tiradero era un campo abierto con un encinar al final», relata el joven. Sergio dio una vuelta para observar los pasos y rastros y encontró muchísimo rastro de aquella misma noche. Todo tenía muy buena pinta.

«Decidí ponerme en la zona sucia, a 25 metros de donde estaba marcado el puesto. Pregunté por la emisora si podía hacerlo y me confirmaron que no había ningún problema», recuerda. Aunque normalmente caza con un semiautomático, ese día lo tenía en la armería, reparando una avería. Por este motivo acudió llevó su otro rifle de cerrojo, un Winchester XPR en calibre .270.

Tres disparos, tres jabalíes al suelo para empezar

Antes de soltar las rehalas, comenzaron a escucharse los primeros disparos: «Esto pinta bien», pensaba el joven. A las 11:40 horas oyó el sonido de un jabalí por la parte sucia que tenía a su derecha, a unos 50 metros: «Me quedé quieto como una estatua esperando a que se acercaran. Oía que iba más de uno, y en menos de un minuto los escuché delante de mí. Me agaché y, al momento, vi tres jabalíes, uno delante de otro. Tres disparos, tres jabalíes al suelo para empezar», relata el joven. Menudo triplete había conseguido de aperitivo…

El cuarto, menos de una hora después

A las 12:30 horas de la mañana sintió a una piara de seis jabalíes a unos 150 metros, metiéndose en una pequeña balsa: «No los veía pero los oía, por lo que cogí mi rifle de cerrojo, lo apoyé en el trípode y esperé a ver si tenía la suerte de verlos», explica Reyes. A los dos minutos, apareció uno detrás de otro, por lo que intenté asegurar al menos uno… y acerté”, reseña el cazador. Ya iban cuatro.

«Enseguida empezaron a salir los demás corriendo y, debido a que no tengo mucha experiencia con el rifle de cerrojo, después de cada disparo desencaraba el arma para recargar, por lo que perdía mucho tiempo», admite. Por eso, solamente consiguió alcanzar al primero de ellos. «Me quedé con un sabor agridulce en ese momento», confiesa, ya que «podría haber hecho unos cuantos más, aunque me lo tomé de forma positiva», recuerda.

Ya eran las 13:00 horas de la mañana y Sergi Reyes vio cómo bajaba un jabalí delante de él. «Iba muy rápido y muy tapado, por lo que pude realizar un disparo alcanzándole en una pata trasera, aunque finalmente no lo encontré después», relata.

Tres cuartos de hora más tarde, le entró otro jabalí por la zona espesa: «Sólo le veía el lomo, por lo que hice un disparo intuitivo después de haber verificado que era un jabalí. Fui corriendo y no oía nada. Me acerqué donde había tirado y allí lo vi. Se trataba de otro buen jabalí de unos 70 kilos», explica, confesando que «esta experiencia sabía que no la iba a volver a vivir más».

A las 14:15 horas, por el mismo sitio que vinieron los tres primeros, escuchó otro: «Conseguí verlo un momento, pero decidí no disparar ya que venía hacia mí. Se me echó encima… y, cuando lo tenía a unos 10 metros, apreté el gatillo». Fue corriendo pero no consiguió verlo en el sitio ni ver ningún indicio que le asegurase que estaba herido. «En cuestión de tres horas llevaba cinco jabalíes y había escuchado más de catorce… increíble», recuerda Reyes.

Los dos últimos de la jornada

Ya eran las 15:15 horas de la tarde y, a unos 150 metros, el cazador vio a un jabalí que iba al trote por la ladera de enfrente. «Apoyé el cerrojo en el trípode y puse los aumentos al máximo. Sin pensarlo demasiado, disparé y lo alcancé de lleno, ya que cayó al instante», sigue relatando el joven.

Cinco minutos después, a las 15:20 horas, uno de los perreros llegó al jabalí que acababa de abatir a larga distancia con sus incansables canes «y en ese instante vi que venía otro gran bulto negro hacia mí», explica. Se trataba de otro gran jabalí, algo que le hizo saber al perrero: «Me quedé callado para ver si conseguía saber por dónde iba y, dos minutos después, sólo le vi aparecer la cabeza entre encinas mirando hacia mí. Sin pensarlo ni un instante, disparé. Era el séptimo», un jabalí de unos 90 kilos. El último de la jornada, en la que en total en todos los puestos se abatieron medio centenar de suidos.

«Ni en mis mejores sueños me habría imaginado esto» concluye el joven, que grabó toda la batida en vídeo y lo subió a su canal de YouTube:

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