Convertidos en piezas clave para muchos cazadores, los zorzales son aves migratorias… aunque es una característica que no se puede extender a todos los que vuelan bajo nuestro cielo patrio: hay especies que pueden criar en España, como el zorzal charlo y común, y otras que no, como el real y el alirrojo que sólo los encontraremos en invierno.
Las dos primeras son mucho más abundantes en la estación fría porque muchos ejemplares que crían en el resto de Europa –e incluso parte de Asia– llegan a la Península cuando el general invierno aparece en estas zonas. Es decir, aun siendo de la misma especie hay individuos que migran y otros que no, y dentro de los primeros algunos recorren más kilómetros que otros. Es parte de su estrategia de evolución y adaptación.
¿De dónde vienen los zorzales que llegan a España?
La especie para la que contamos con más datos es para el zorzal común, y según la tesis doctoral de Santos (1982), hay tres grandes zonas en España según su procedencia. A la mitad occidental de la Península llega desde las Islas Británicas, Noruega y Dinamarca; a la zona centro, desde Suecia, Bélgica, Holanda y Francia; y a la mitad oriental-Levante, desde Rusia, Finlandia, Polonia, Checoslovaquia, Alemania, Austria e Italia.
A todas estas conclusiones se ha llegado utilizando datos de anillamiento, y nos referimos a los orígenes predominantes, por lo que es posible que un ejemplar anillado en un país de los citados pudiera encontrarse en una o varias zonas. Por ejemplo, un zorzal equipado por un GPS dentro del Proyecto Zorzales en 2022 migró desde Navarra hasta Finlandia, zona que creemos fue su lugar de cría.
¿Cuántos zorzales llegan a España cada año?
Es complicado determinar su número. En lo que se refiere al común, algunos estudios de los años 90 y posteriores sugerían que su población invernal podía ser superior a los cinco o seis millones; en cuanto al real y charlo, las estimaciones realizadas en Cataluña al final de la década de los 2010 apuntaban a un máximo de 144.000 y 420.000 respectivamente. Por último, para el alirrojo no hay estimaciones del posible número que entra en nuestras fronteras.
Este es un objetivo del Proyecto Zorzales: poder estimar el tamaño de población de las distintas especies de esta migratoria. Por otra parte, hay discrepancias en cuanto al número de comunes y charlos que nidifican en España, con estimaciones de hace casi 20 años de 100.000 y 80.000 parejas respectivamente.
Teniendo en cuenta que cada año se cazan de media unos cuatro millones de zorzales –de las cuatro especies–, es posible que el total de aves que lleguen a España multiplique esta cifra varias veces, pero a día de hoy no lo podemos afirmar con certeza. Las olas de migración en las que se registran millones de ejemplares desplazándose por Europa –tanto de venida como de salida de la Península– serían un fiel reflejo del contingente de este pequeño pájaro que recibimos cada año.
¿Por qué migra el zorzal?
Los zorzales son especies eminentemente frugívoras, es decir, especializadas en consumir frutos, pero también pueden consumir semillas y animales invertebrados –caracoles–. Como otras tantas especies de aves, a lo largo de miles de años han evolucionado para sacar el máximo partido a los recursos disponibles que el medio les ofrece, optimizando sus energías. Pero como hemos visto, la estrategia de migración es distinta en cada especie, e incluso dentro de una misma especie nos encontramos con ejemplares que migran… ¡y otros que no!
En el caso de los comunes, el patrón general de los que nos visitan en invierno es volar hacia nuestro país cuando el frío de Europa aprieta, que coincide con el período en que el alimento deja de estar disponible. Y sabemos que los que se reproducen en el norte de la Península realizan movimientos internos con la llegada del invierno. Por cierto, no está claro si son ‘fieles’ a sus lugares de invernada: hay capturas de ejemplares anillados justo donde se capturaron, pero en otros casos también bastante lejos.
¿Por dónde llegan los zorzales a España? ¿Cuáles son sus rutas?
Se acepta que existen dos rutas principales que pasan por España para el caso de los comunes: la que se conoce como ruta o paso de los Pirineos, que precisamente intenta esquivar esta cordillera, viniendo desde la Francia atlántica y cruzando País Vasco y Navarra, y por otra parte la ruta del Levante, que entraría desde el extremo oriental de los Pirineos y recorrería la costa mediterránea.
A través de la pirenaica los zorzales se distribuyen por buena parte de la Península, llegando a Portugal y continuando en su camino hasta el Estrecho de Gibraltar, mientras que la de Levante los conduciría a la parte este peninsular y al norte de África. Los datos de ejemplares con GPS van ofreciendo datos interesantes, como un zorzal marcado en Navarra que recorrió más de 3.500 kilómetros hasta llegar a Finlandia utilizando la ruta pirenaica y pasando por Francia, Bélgica, Países Bajos, Alemania, Dinamarca y Suecia.
A día de hoy no disponemos de estudios suficientes para establecer cuántos zorzales vienen por cada ruta, pero con datos preliminares del Proyecto Zorzales sabemos que alrededor del 70% de los que se observan en cotos zorzaleros –principalmente en el sur y suroeste de España– son comunes, el 25% alirrojos y el 5% restante, reales y charlos.
¿Cuándo vienen… y cuándo se marchan?
En líneas generales, los zorzales comienzan a moverse para venir a la Península con la llegada del otoño, pero el ritmo de la migración está supeditado a la climatología de Europa. Teniendo en cuenta todas las especies, la temperatura, los vientos y precipitaciones en su ruta migratoria son factores clave a la hora de moverse, dado que aprovechan las condiciones favorables para ahorrar energía. Pero hay también otros factores relacionados con la propia especie y las condiciones de la temporada de cría: los ejemplares en peor condición corporal migran más que los que están mejor nutridos, y cuando un año de cría se adelanta, como pasó este año en Europa debido a las olas de calor, la migración también se adelanta. De nuevo, estaríamos ante adaptaciones evolutivas con el objetivo de incrementar las posibilidades de supervivencia.
Su marcha de nuestro país, de nuevo, se relaciona con las condiciones climatológicas, pero los datos disponibles nos dicen que comienzan a realizar movimientos entre los meses de enero y febrero, aunque es en marzo cuando la migración comienza a ser mayoritaria entre los individuos que se vuelven a Europa. De ahí que en febrero se ponga fin a su caza.
Por último, apuntar que desde hace tiempo se está comprobando que los zorzales hacen migraciones más cortas y que especies como el real y el alirrojo tienden a llegar más tarde e irse antes de sus cuarteles de invernada –entre ellos la Península–, lo cual se relaciona con el fenómeno del cambio climático.