Los salmones nacen en agua dulce, migran al mar y luego regresan al agua dulce para reproducirse. Es una especie muy curiosa y, en parte, uno de los aspectos más llamativos es cómo modifica su metabolismo para adaptarse a esos cambios de agua.

Esa vuelta al lugar en el que nacieron implica que los salmones tengan que hacer terribles esfuerzos para remontar los ríos, sobre todo cuando se encuentran obstáculos a su paso. Es por esta razón por la que nace el proyecto del ascensor que Acciona ha construido en el río Nansa, en Cantabria.

Salmón del Atlántico
Salmón del Atlántico. © Sinc

Fue a finales de 2020 cuando, ante la falta de salmones que sufría el río, la empresa instaló el sistema en la presa de La Palombera. Este no solo favorece que los salmones remonten el río con menor dificultad, sino que también sirve para monitorizar el caudal ecológico en tiempo real.

Un ascensor para salvar la vida de los salmones

Dicha función puede traducirse como una supervisión del caudal que permite mantener la vida de los peces que habitan en un río, así como la vegetación de su ribera. De igual modo, esta instalación también tiene una estación de registro y medida de los caudales en la cabecera del río.

Por lo tanto, el ascensor de Acciona hace posible a los salmones sortear la fuerza del caudal y evitar remontes de varios metros de altura. Además de esto, también les permite evitar remontes de varios metros de altura, eludir a los depredadores y esquivar las dos presillas instaladas del río.

© Acciona

La empresa hizo una inversión total de tres millones de euros con el objetivo de proteger la biodiversidad de los entornos en los que están sus instalaciones de generación de energía limpia.

Así funciona el ascensor

El ascensor ayuda a los salmones a alcanzar las habituales zonas de desove sin que se altere su ciclo de reproducción. También lo utilizan los que nacen río arriba en su camino hacia el mar.

Durante la primera temporada se introdujeron 13.000 salmones alevines para repoblar el río Nansa y servir de base a generaciones futuras. Entonces, Acciona planteó un seguimiento de la actividad de tres años para verificar la eficacia del proceso.

Los ejemplares que llegan desde el mar hallan en la base de la presa unas pequeñas balsas de agua especiales con un vertido continuo de caudal de agua hace de efecto llamada para que sepan que por ahí continúa el camino.

Atraídos por esto, los salmones llegan a una cabina metálica sumergida en el agua. Esta asciende por unos raíles hasta lo más alto de la presa y deposita a los peces en el embalse con un sistema de canaletas.


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Además de esto, el sistema cuenta con un sistema de cámaras que permite medir y documentar los salmones antes de devolverlos al agua. La frecuencia de subida se programa según la estación del año, de manera manual o automática, y determina la frecuencia con la que pasan los ejemplares.

Por último, cuando los salmones llegan al embalse ya pueden nadar libremente aguas arriba mediante las escalas construidas en los azudes de Celis y Vendul. De esta manera alcanzan la zona de la freza o desove documentadas del río.

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