Un terreno de 2.000 hectáreas nos recibió con los brazos abiertos. La finca, situada en uno de los enclaves más cinegéticos de nuestro país, es un sinfín de gargantas y quebrados que rompen la orografía del entorno, convirtiéndola en el edén para muflones, venados, gamos y jabalíes. Las increíbles panorámicas que se pueden contemplar desde los puntos más elevados ya hacen que el viaje merezca la pena. La infinidad de gargantas que surcan La Mancha En Medio ofrecen posibilidades a todo tipo de recechistas, desde los amantes de los lances a grandes distancias hasta aquellos que disfrutan con una entrada a pocos metros de la pieza.
El rececho de muflón, una cacería paciente
La primera jornada de caza no tuvimos suerte. Localizamos varios grupos de muflones a distancias larguísimas y no hubo ocasión de realizar un disparo de garantías. Los carneros estaban ahí, los habíamos visto. Sólo teníamos que esperar nuestra oportunidad y saber aprovecharla. El segundo día de rececho salimos con las pilas cargadas. Era ahora o nunca, y no podíamos fallar. Divisamos un buen rebaño con varias cabezas, a diferencia del primer día en el que los machos avistados, raramente, estaban solos: en el mes de noviembre, en pleno celo, suelen estar juntos, y eso es algo que debía jugar a nuestro favor.
Objetivo: un viejo muflón
El grupo estaba a unos 400 metros y teníamos que recortar distancia cuanto antes. Los constantes cortados del entorno facilitaron nuestra entrada, pero cuando nos separaban 245 metros no pudimos acercarnos más. El rebaño miraba con recelo en nuestra dirección mientras otro grupo numeroso emprendría la huida. Echamos la mochila al suelo, apoyé el rifle y buscamos al mejor carnero. Nuestro objetivo era un macho viejo que se mostraba impaciente. Nada más encarar el Sauer S101 XTC lo localicé: era de color negro oscuro y estaba de frente, inmóvil. Sólo tenía que esperar a que se cruzara…
Pasaron unos segundos eternos hasta que, por fin, me ofreció el codillo. Coloqué la retícula del Zeiss V6 2,5-15×56 sobre la zona vital y oprimí el gatillo con suavidad. El proyectil Geco Express del calibre .308 Win. voló y golpeó con firmeza la paletilla de nuestro objetivo, que inmediatamente desapareció. Al tiro, el grupo de muflones emprendió la fuga… junto a una piara de cochinos que no habíamos detectado.
Llegamos hasta él
Dejamos pasar unos minutos para templar nuestros nervios. Habíamos vivido un lance cargado de tensión y era obligatorio bajar pulsaciones antes del cobro. Nos acercamos, ya más tranquilos, al lugar del impacto. Era una zona sucia, cuajada de monte bajo, lo que nos hizo perder por momentos la referencia del lugar exacto. Después de unos minutos de búsqueda detectamos la primera sangre. Por suerte, el muflón descansaba a tan sólo 15 metros de allí, oculto en un espeso matorral. El disparo fue fulminante, alcanzando el corazón y evitando un sufrimiento innecesario e indeseable al animal, que no se enteró de nada.
Cabe destacar el rendimiento óptimo del equipo. Tanto el rifle Sauer S101 XTC como el visor Zeiss V6 y la munición Geco Express demostraron ser una terna inmejorable para cualquier rececho de caza mayor en España, asegurando precisión, fiabilidad y poder de parada. Por el tipo de cacería me gustaría valorar los prismáticos utilizados. Gracias a los Zeiss Victory SF 10×42 pudimos valorar correctamente todos y cada uno de los animales que localizamos durante las dos jornadas y fueron fundamentales para escudriñar cada palmo de ladera en busca de nuestro objetivo.
Cazando en familia
En resumen, pudimos vivir en primera persona la dureza que supone enfrentarse de tú a tú a uno de estos carneros andaluces. Son animales ariscos que encuentran en un entorno privilegiado como la finca La Mancha En Medio todo lo necesario para desarrollar su vida. Pasamos dos días de caza muy intensos, rodeados de gente maravillosa, como el equipo de Diarios de Caza y los anfitriones, compuesto por un equipo resolutivo y capaz de todo en los momentos más exigentes. Poco más se puede pedir.