El cazador Luis Masoliver, natural de Gerona y de 35 años de edad, abatió el pasado lunes 12 de septiembre un precioso rebeco selectivo en un rececho a caballo en el Pirineo catalán, en la provincia de Gerona, junto a su compañero Josep M.
El cazador explica que el rececho lo realizaron en el Pirineo a través de una ruta de unas ocho horas a caballo: «Comenzamos a las ocho de la mañana y terminamos a las cuatro de la tarde, llegando justo a la frontera de Francia», explica a la redacción de Jara y Sedal.
«Había momentos de todo, en los que incluso tuvimos que bajarnos del caballo por los precipicios que había», explica sobre la dificultad del terreno al que se enfrentaron.
Divisaron los rebecos y se bajaron los caballos para rececharlos
Cuando llegaron al lugar en el que divisaron un grupo de rebecos que podría haber un ejemplar selectivo que buscaban, se bajaron de los caballos para terminar el rececho a pie: «Fuimos andando escondidos detrás de los caballos y es verdad que cuando los vieron, se calmaron», asegura el cazador sobre la estrategia que siguieron para poder realizar una entrada. El guarda localizaba un macho de cuernas muy abiertas, en ejemplar buscado por el cazador: «Es algo que me llamaba mucho la atención», explica.
Les separaba una distancia de 207 metros de su objetivo, por lo que Luis decidió buscar un buen apoyo y apuntar con su rifle Mauser en calibre 7 mm Remington Magnum al animal. El estruendo de la detonación rompía el silencio de los últimos minutos y cazadores y guardas advertían que el animal había caído limpiamente.
Una aventura única
El cazador reconoce que un rececho a caballo es «una aventura única, porque aparte de poder disfrutar del paisaje, de los animales y de las vistas, disfrutas de una ruta muy cómoda». El guarda «nos dio la oportunidad de hacerla así y ni nos lo pensamos», señala Masoliver que además también ofrece el servicio de guía para cazar con caballo.
Sobre los cuernos de la pieza, nuestro protagonista explica que se trata de un trofeo representativo muy peculiar: «Parecía una cabra hispánica, según nos dijo el guarda; es abierto hacia los lados, me llamó muchísimo la atención, es algo muy bonito», concluye.