Este cazador ha abatido un venado espectacular, un trofeo único. Cuando llega a él y comprueba las dimensiones del mismo se emociona tanto, que su felicidad traspasa la pantalla. La escena, compartida por el perfil de instagram @fieldandstream, probablemente sea una de las reacciones más pasionales y desmesuradas que hayas visto, si no la que más.
Las carcajadas de su hijo pequeño
Los gritos de alegría y los saltos y carreras de emoción resultan de lo más gracioso y no sólo para los usuarios que así lo dejan patente en la publicación, sino también para su bebé.
Si bien al principio el ímpetu de su padre desconcierta al pequeño, no tarda en reírse a carcajadas. Una tierna escena con la que muchos padres y madres cazadores se sentirán identificados, y es que no hay trofeo equiparable que compartir con un hijo un éxito cinegético.
La exagerada gesticulación y los grandes aspavientos de su padre parecen orientadas a que el bebé identifique la parte más amable de la escena pues, de otra manera, la figura de un animal abatido podría no resultar agradable para un niño. Es muy importante guardar un buen recuero del primer contacto con el mundo de la caza y nada hay más atrayente que la risa y el buen humor.
Máximo respeto por el animal abatido
Todo el que ha recechado un animal durante horas, recorriendo kilómetros y kilómetros y ha culminado la jornada con un lance exitoso, conoce la sensación de llegar a él. La adrenalina se multiplica cuando se trata de un animal como este.
El grosor y la disposición de la cuerna, la cantidad de puntas que tiene y la asimetría de las mismas, lo convierte en un ciervo fuera de lo común. «¡Oh, Dios mío!, ¡Oh, Dios mío!», exclama en repetidas ocasiones el afortunado. No puede creer lo que tiene ante sus ojos. «Es más grande de lo que penaba, nunca había visto nada igual», asegura el hombre.
El ciervo de cola blanca, una especie emblemática
El ciervo de cola blanca es uno de las especies más comunes de América del Norte y una de las especies cinegéticas más emblemáticas en sus diferentes regiones. Su caza recuerda a la de nuestro venado, pero su aspecto físico no puede ser más diferente.
Mientras que el ciervo ibérico (Cervus elaphus hispanicus) mide más de un metro a la cruz y puede llegar a pesar 240 kilos, el de cola blanca o de Virginia (Odocoileus virginianus) oscila entre los 60 y 114 centímetros y rara vez super los 100 kilos.
Las cuernas del primero son de gran tamaño y notablemente ramificadas mientras que las del segundo crecen más cerradas y no llegan a desarrollar tal envergadura.