En el entramado del mundo cinegético español, los perros ocupan un lugar esencial como auxiliares de caza. No solo son compañeros de jornada, sino también una inversión considerable para quienes los cuidan y entrenan. Así lo demuestra el reciente «Estudio del impacto económico, social y ambiental de la actividad cinegética en España», presentado recientemente en Madrid por la Fundación Artemisan, que pone cifras y nombres propios a las razas más empleadas por los cazadores y a los cuantiosos recursos que destinan a su mantenimiento.
Según este informe, el 62,5% de los cazadores españoles declara ser dueño de al menos un perro, lo que demuestra la relevancia de estos animales en la práctica cinegética. Pero, ¿qué razas son las más comunes? A través de una encuesta realizada a cazadores de todo el país, se ha podido establecer un ranking claro con un líder indiscutible.
El podenco andaluz, el favorito

El podenco andaluz se sitúa como la raza más popular entre los cazadores, siendo mencionado por el 19,6% de los encuestados. Esta raza autóctona destaca por su agilidad, resistencia y olfato, lo que la convierte en una opción preferente. A esta le siguen el spaniel bretón, con un 15,1%, y el teckel, con un 8,7%, conocidos ambos por sus grandes cualidades.
También figuran en el listado otras razas como el setter inglés (7,9%) y el braco alemán (7,6%), mientras que un 41,1% corresponde a otras razas menos comunes. Esta diversidad refleja el alto grado de especialización que existe dentro del mundo de la caza con perros dependiendo de la modalidad que se practica.

Además, el informe no solo analiza la popularidad de estas razas, sino que también pone el foco en el gasto económico que supone su mantenimiento, tanto para cazadores a título individual como para rehaleros, estos últimos con un perfil más enfocado al manejo y cuidado de decenas de perros fundamentales en batidas y monterías.
Un sector ligado al mundo del perro que mueve millones
La relevancia de los animales auxiliares en la caza no es solo funcional: la industria veterinaria facturó más de 126 millones de euros en 2023 solo en servicios prestados a perros de caza. A esto hay que sumar otras partidas, como la adquisición de los animales, la infraestructura para su cuidado y su alimentación.
En total, el gasto de los cazadores españoles en actividades relacionadas con sus animales auxiliares asciende a más de 587 millones de euros, una cifra que incluye 227 millones en mantenimiento, 140 millones en instalaciones y 94 millones en la adquisición de animales. Tal como se destaca en el estudio, esta inversión supone un impulso directo a sectores como la veterinaria, el transporte, la alimentación animal y el comercio rural.
Además, los autores del informe subrayan que «la caza contribuye a preservar muchas de las razas de animales que participan en la actividad cinegética», evitando su desaparición en un contexto en el que su funcionalidad va más allá de la mera compañía.
El perfil del rehalero: pasión y dedicación

Dentro del universo cinegético y su relación con los perros, una figura destaca especialmente: la del rehalero, persona encargada de mantener, cuidar y entrenar jaurías destinadas a la caza en montería y batida. En promedio, cada rehalero posee unos 34 perros, aunque en cada jornada solo participen entre 15 y 30 ejemplares.
El estudio revela que solo un 2,86% de los rehaleros desarrolla esta actividad de forma profesional, y que el 89% combina su labor con otra ocupación para generar ingresos. La edad media de estos apasionados es de 46 años, y en su inmensa mayoría son hombres (92%).
A nivel económico, el gasto medio anual de un rehalero supera los 14.500 euros, siendo la principal partida la adquisición y cuidado de los perros, que representa el 23% del total. Otros gastos significativos se destinan a vehículos especializados, combustible, seguros y servicios veterinarios, con cantidades que oscilan entre los 1.600 y 3.300 euros por categoría.
El ingreso medio mensual de estos rehaleros se sitúa en 1.883 euros, aunque varía según su ocupación principal, siendo más altos entre empresarios (2.502 €) y autónomos (2.101 €), y más bajos en estudiantes (640 €) o personas desempleadas (965 €).
Un motor económico y medioambiental
Más allá del plano individual, la actividad cinegética tiene una repercusión global en la economía del país. Según el informe, la caza aporta 10.190 millones de euros al PIB español, mantiene 199.000 empleos (de los cuales 45.642 son directos) y genera una recaudación fiscal de 1.200 millones de euros.
Desde el punto de vista medioambiental, el impacto también es notable: 85% del territorio español está declarado como coto de caza, lo que equivale a 43 millones de hectáreas gestionadas. Se destinan 289 millones de euros anuales a medidas de gestión, y un 62,5% de los cotos declara contar con especies protegidas. De este modo, la actividad cinegética se perfila no solo como motor económico y social, sino también como herramienta eficaz en la conservación del medio natural y de la biodiversidad.