La llegada del buen tiempo en Francia ha vuelto a activar las alertas en el mundo rural: el auge de las fiestas rave ilegales, que invaden fincas privadas sin autorización, se ha convertido en un problema creciente para los agricultores. El último episodio se ha producido en La Canourgue, en el departamento de Lozère, donde un grupo de jóvenes ocupó terrenos de cultivo para instalar una fiesta clandestina a pocos metros de un antiguo aeródromo.

La respuesta de los propietarios fue inmediata. Varios agricultores de la zona, alertados por la llegada masiva de vehículos y la instalación del equipo de sonido, decidieron intervenir por su cuenta antes de que la situación se descontrolara. En pocas horas, se presentaron en el lugar con tractores y maquinaria agrícola, bloqueando accesos y empleando métodos disuasorios poco habituales, como el vertido de purines.

Choque entre agricultores y asistentes: una furgoneta volcada y ataques a los tractores

La tensión escaló rápidamente. En medio del enfrentamiento, una furgoneta de los asistentes fue volcada por uno de los tractores, lo que provocó una reacción en cadena. Algunos de los presentes intentaron subirse a las cabinas de los tractores para agredir a los agricultores, generando momentos de alta tensión que obligaron a una intervención urgente por parte de la gendarmería.

El despliegue policial logró estabilizar la situación y evitar que el conflicto derivara en enfrentamientos más graves. Las imágenes del altercado no tardaron en aparecer en medios franceses y redes sociales, reavivando el debate sobre la impunidad con la que suelen celebrarse estas fiestas y la indefensión de los propietarios de los terrenos afectados.

El presidente de los Jóvenes Agricultores de Lozère, Hervé Bourdon, expresó su apoyo a la actuación de la prefectura y de las fuerzas del orden, y denunció la falta de respeto que, año tras año, muestran los organizadores de este tipo de eventos hacia el mundo rural. En su opinión, la permisividad institucional ha alimentado un fenómeno que pone en riesgo la seguridad y la actividad agrícola.

A lo largo de la mañana siguiente, los últimos asistentes comenzaron a desalojar el terreno, mientras los agricultores evaluaban los daños en sus cultivos.

También en España: raves ilegales con miles de personas y decenas de denuncias

Este tipo de fiestas no son exclusivas del medio rural francés. En España, hace apenas unos meses, se celebró una macrofiesta ilegal junto al aeropuerto de Ciudad Real que reunió a más de 5.000 personas durante seis días. La intervención de la Policía Nacional y la Guardia Civil se saldó con diez detenciones y 65 denuncias, la mayoría por consumo de drogas, posesión de armas blancas y desobediencia a la autoridad. A pesar de las inclemencias meteorológicas, la fiesta se prolongó durante más de 150 horas y contó con una decena de escenarios, zonas de comida y puestos de venta improvisados.

Ambos casos ilustran un fenómeno en auge en Europa: la proliferación de fiestas rave no autorizadas que desafían la legalidad, la convivencia y la propiedad privada, dejando tras de sí un delicado equilibrio entre libertad de expresión cultural y respeto al entorno rural.

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