Según el último Anuario de Estadística Forestal, en 2021 se cazaron en España 434.542 jabalíes. Sus poblaciones han crecido de manera exponencial en las últimas décadas, al igual que la cantidad de medallas de oro. Sin embargo, nadie ha superado aún el más grande de España cazado en 1983. ¿Puede la ciencia explicar el porqué? ¿Es posible que puedan pasar cuatro décadas más sin que nadie destrone el trofeo de Higuero? ¿O puede que la suerte caiga de tu lado esta misma temporada? ¿Cuáles son las zonas más propicias? Te lo contamos en las siguientes páginas.

La alimentación, fundamental

La cornamenta del ciervo mejora su calidad en los años de comida abundante; cuando ésta escasea se resiente notablemente, disminuyendo el tamaño de sus cuernas y aumentando las roturas y defectos. Sin embargo, hasta hace poco no se conocía la influencia de la alimentación en el trofeo del jabalí.

Para responder a esta pregunta un trabajo dirigido por Pilar Gonçalves en 2016 analizó cientos de trofeos procedentes de fincas abiertas en las que no existía suplementación alimentaria y de otras cerradas en las que se administraba comida al menos seis meses al año.

El estudio determinó la edad de los jabalíes analizados y comprobó si la puntuación de sus trofeos estaba por encima o por debajo de la media esperada para dicha edad, lo que los científicos denominamos valores residuales. Los resultados mostraron que dichos valores residuales eran significativamente más elevados en los jabalíes que había recibido alimentación suplementaria, lo que demuestra que la abundancia y la calidad del alimento influyen positivamente en el desarrollo del trofeo.

Modalidades poco selectivas

Como en cualquier ámbito de la caza, una adecuada gestión juega un papel imprescindible en el mantenimiento de las poblaciones de las especies cinegéticas en un adecuado estado de conservación, que repercute de forma directa en el desarrollo de sus trofeos. No nos referimos ahora al mantenimiento de puntos de agua, a la gestión del hábitat o al aporte de alimento suplementario que sin duda son importantes, sino en este apartado al aprovechamiento cinegético como tal, los cupos, los periodos de caza y las modalidades empleadas.

En el caso del jabalí esta gestión incide de una forma más notable, si cabe, que, en el caso de otras especies, debido a su agitada dinámica poblacional, basada en una elevada capacidad reproductiva con ciclos de gestación cortos y camadas numerosas que contribuyen al crecimiento exponencial que está surgiendo en los últimos años, no sólo en España, sino en toda Europa (Enetwild, 2020).

Este crecimiento está haciendo que se incremente la presión cinegética sobre la especie, aumentando la práctica de modalidades como las esperas, pero también el número de ganchos, batidas y monterías e, incluso, la caza al salto.

En muchos casos, las modalidades que se están popularizando son menos selectivas. De ese modo, a pesar de que sí se puede alcanzar el objetivo inicial de las mismas, que no es otro que contribuir a evitar un crecimiento excesivo de las poblaciones en un territorio, se está ejerciendo una presión excesiva sobre animales a los que no se les permite alcanzar su máximo desarrollo que, como hemos apuntado ya, podría encontrarse, según las investigaciones, en torno a los siete u ocho años o antes.

Por ello, son escasos los animales que, cada año, alcanzan una puntuación cercana a la del ejemplar que ostenta el récord de España desde 1983. En todo caso, también es verdad que, como ya hemos apuntado, de la mano de un incremento exponencial en las poblaciones de jabalíes, también se incrementa notablemente el número de ejemplares homologados año tras año, con un aumento exponencial en las últimas décadas de los ejemplares que alcanzan la medalla de oro.

Cuestión de genética

Al igual que la alimentación, la genética es otro factor determinante en cuanto a la presencia de mejores trofeos. Una adecuada gestión en cotos abiertos o una selección bien planificada en fincas cerradas son determinantes a la hora de mejorar la puntuación de los trofeos, como ocurre también en otras especies de caza mayor como el ciervo o el corzo.

Así, se puede intuir que un manejo intensivo con unas condiciones de alimentación controladas y, probablemente, con un sistema de selección genética bien gestionado, sí contribuye de forma directa al desarrollo de los trofeos.

Las enfermedades también influyen

Siempre se ha dicho que el jabalí es un animal muy resistente a las enfermedades y que no son muchos los procesos que le afectan. Sin embargo, existen algunas amenazas reales en nuestro país que influyen de una forma determinante en la evolución de las poblaciones y en el desarrollo de los trofeos.

Entre otras, podríamos destacar alguna como la tuberculosis. La presencia de esta enfermedad provoca un deterioro progresivo de los animales que repercute de forma directa en su trofeo. Además, algunos autores indican que puede causar mortalidades de hasta un 30% en las poblaciones afectadas (Barasona y col., 2016), lo que implica también una limitación en la posibilidad de abatir trofeos medallables en aquellos territorios donde las prevalencias son más elevadas y, sobre todo, de que existan animales de récord.

Demasiados jabalíes, ¿igual a pocos oros?

Hoy son bastante frecuentes las fincas que cuentan con zonas valladas en las que la densidad de jabalíes es elevada con el objetivo de conseguir mejores trofeos. En este caso la pregunta que nos surge es si este tipo de prácticas pueden influir en el desarrollo de los colmillos y amoladeras.

Una reciente investigación de la Fundación Artemisan (2018) concluye que la respuesta a esa pregunta es afirmativa: si bien un manejo excesivo no parece tener una influencia muy marcada en el tamaño de los trofeos, este tipo de prácticas parecen favorecer la aparición de asimetrías entre las piezas dentarías, lo que puede dar lugar a penalizaciones a la hora de calcular el valor cinegético.

De este modo, el nivel de asimetrías en los trofeos podría ser utilizado como indicador a la hora de determinar si una población de jabalíes está sometida a un estrés por manejo.

¿Cazados a ‘destiempo’?

No existe un consenso rotundo sobre cuáles son los factores determinantes en cuanto al desarrollo del trofeo del jabalí. Sí es verdad que prácticamente todos los autores coinciden en afirmar que existe una correlación positiva con la edad del ejemplar.

Esto implica que a medida que el animal envejece sus colmillos van creciendo, alcanzando el máximo desarrollo en torno a los siete u ocho años de edad (Milanov, 2010 y Ninov y Mihailov, 1996).

Según estudios más recientes –que ya publicamos en esta revista en noviembre de 2019– los tres parámetros principales de la fórmula de homologación –grosor y longitud de colmillos y perímetro de amoladeras– tienen un crecimiento lineal hasta los cinco años. Sin embargo, al cruzar ese umbral el grosor de los colmillos se estabiliza, mientras que su longitud y el perímetro de las amoladeras comienzan a reducirse.

Teniendo esto en cuenta esto y dándole a cada parámetro el peso que tiene en la fórmula de homologación, podemos determinar que la edad a la que los jabalíes muestran un trofeo con el máximo de puntos es entre los 5,5 y los seis años. Este parámetro es muy importante para fincas que anteponen la calidad a la cantidad, ya que no podrán optar a tener una buena calidad en sus cochinos si la edad de los mismos no alcanza al menos los cuatro o los 4,5 años, que es cuando el desarrollo ronda el 90% de su proyección.

Cómo ha evolucionado su trofeo

El Catálogo de Trofeos de Caza 2011-2017 recoge la evolución de las medidas de colmillos y amoladeras entre los años 1950 y 2017.

Esta comparativa muestra cómo las amoladeras de nuestros cochinos han sufrido poca variación en los últimos 67 años, incluso en trofeos muy grandes, con algo menos de un punto de diferencia entre el promedio de los bronce y de los oro.

La longitud tampoco presenta grandes variaciones: aumenta de promedio un centímetro entre las diferentes categorías (apenas un salto de un punto de una categoría a otra).

La gran diferencia se produce en la anchura de los colmillos, de prácticamente ocho puntos entre los medalla de bronce y de oro según la fórmula del CIC que utiliza la Junta Nacional de Homologación de Trofeos de Caza.

Aquí puede caer el Gordo

El Catálogo de Trofeos de Caza 1950-2017 analiza las provincias españolas con un mayor número de jabalíes homologados que han merecido una medalla de oro, encontrando unos resultados sorprendentes. Hay cuatro que destacan claramente con más de 300 jabalíes oro homologados cada una: Ciudad Real (381), Badajoz (336), Girona (326) y Cáceres (310).

En el ránking sobresalen provincias con tradición montera y que tienen un número considerable de fincas cercadas y bien gestionadas, con la excepción de Girona donde no existen tantos cotos cercados. En el lado contrario tenemos las provincias gallegas, el resto de las atlánticas y provincias de la cordillera cantábrica con un número bajo de trofeos medalla de oro: Pontevedra (1), Cantabria (3), Lugo (3), A Coruña (4), Ourense (9), Guipúzkoa (8), Palencia (11) y Asturias (13) cierran el ránking.

Todas ellas pertenecen a regiones en las que se caza mucho, pero dónde la genética, la alimentación o la composición del suelo no contribuyen al desarrollo de grandes trofeos. Las provincias más secas del sureste también ofrecen registros muy bajos: Almería (7), Granada (12) o Murcia (13).

En el lado positivo hay que destacar la excelente calidad de los jabalíes catalanes: Girona (326), Barcelona (163), Lleida (153) y Tarragona (86) aparecen muy arriba en el ránking. Destaca la calidad de los jabalíes provenientes de la esquina formada por Burgos (187), La Rioja (94), Álava (74) y Navarra (65), con un gran número de trofeos medalla de oro homologados, siendo la Rioja y Álava provincias de poca extensión y, por tanto, con una gran concentración de grandes navajeros.

Imágenes de Tomás Higuero y su récord de España de jabalí.
Imágenes de Tomás Higuero y su récord de España de jabalí. © Tomás Higuero

¿Te puede tocar a ti?

Después de cuatro décadas, podríamos deducir que las probabilidades de ser el afortunado que cace el nuevo récord de España de jabalí son de al menos una entre 6.084.219, que es el número de cochinos cazados en los últimos 40 años. Unas posibilidades tan remotas como…

De que te toque el Gordo: la probabilidad es de una entre 100.000, es decir, un 0,001%. La de llevarte el primer premio del Euromillones: concretamente, tienes una posibilidad entre 139.838.160 de acertar los cinco números y las dos estrellas. La probabilidad de encontrarte
un billete de 500 euros: esta es de una entre unos 384 millones. Es decir, tendrías que recorrer unos 384 millones de metros cuadrados para tener una esperanza matemática de encontrarte uno. Esto es más o menos como caminar unos 19.600 kilómetros.

La probabilidad que de hacer un hoyo en uno: un jugador amateur tiene una probabilidad de 150.000 a 1 de embocar de un solo golpe a 180 metros… o bien de ganar un premio Nobel: la probabilidad es es de una entre 8.315.789 teniendo en cuenta que hay 7.900 millones de personas y 950 premios Nobel otorgados.

En conclusión: ¿Cuestión de suerte?

© Israel Hernández

Una publicación científica de marzo de 2022 (Pascual-Rico et al) apunta a que en la Península Ibérica podríamos contar con una densidad media de 6,0 (±5,1) jabalíes por kilómetro cuadrado. Teniendo en cuenta que España cuenta con, aproximadamente, medio millón de kilómetros cuadrados de superficie, podríamos estimar una población aproximada de alrededor de tres millones de ejemplares.

Si consideramos que, dentro de la superficie total del país, en torno a un tercio de la misma incluye territorios no habitables, vías de comunicación, núcleos urbanos, accidentes geográficos… podríamos dar como cifra más cercana a la realidad la presencia de un millón de jabalíes en el territorio español.

Una cifra que se aproxima a las ofrecidas por centros de referencia como el Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (IREC-CSIC), por lo que podría acercarse mucho a la realidad. Además, el IREC ha advertido recientemente de que, a pesar de que se cazan unos 400.000 ejemplares al año, la población presenta una tendencia creciente y se estima que en 2025 podríamos alcanzar la cifra de dos millones. Estos datos indican que ya en el momento actual es una especie abundante o sobreabundante en buena parte del territorio español, por lo que, si alcanza la cifra estimada para el año 2025, los problemas asociados van a ser muy relevantes.

De todos estos números se deduce un aumento de animales que alcanzarían puntuaciones notables aumentando cada año el número de ejemplares medallables. Sin embargo, en la mayoría de los casos, sus puntuaciones se encuentran lejos de la que ostenta el actual récord de España, a pesar de los esfuerzos de gestión de numerosos titulares de fincas y cotos de caza.

Por todo ello, es posible que, además de la influencia determinante de factores como la alimentación, la genética o la propia gestión cinegética sobre el desarrollo de los trofeos de jabalí, exista un techo biológico que haga que la propia especie cuente con una limitación natural en cuanto al desarrollo de sus colmillos y amoladeras.

De este modo, es probable que superar la puntuación obtenida por el actual record de España tan sólo sea posible gracias al azar de encontrar un ejemplar excepcional. Quizá tengamos que esperar otros 40 años para saberlo… Quién sabe. El tiempo lo dirá.