Es de León, llevaba 22 años acudiendo a cacerías acompañando a su marido y el año pasado decidió sacarse el permiso de armas. Esta es su experiencia tras cazar su primer jabalí.
1/3/2019 | Redacción JyS
Esta es la historia de Begoña Laiz Silva, una madre de una familia en la que todos cazan. Tras 22 años acompañando a su marido como morralera, finalmente fue hace un año cuando se decidió a sacarse el permiso de armas. Su primera pieza, aún durante la temporada 2017/2018 fue un bonito jabalí. Ahora ha vuelto a cazar otro. La propia cazadora nos cuenta cómo los abatió y su apasionante experiencia en cuanto su caza.
«En toda la temporada no había tenido suerte», relata en cuanto al primer jabalí, hasta que en una cacería en la localidad leonesa de Prioro llegó la diosa fortuna a visitarla. «Estaba muy nerviosa, me habían dejado en mi lugar y el postor me había dicho que dos zonas de las que controlaba yo es de las que tenían los jabalíes».
A mitad de cacería, sobre las diez de la mañana, se quedó mirando algo que se movía y vio al suido: «Lo alcancé al tercer disparo, me puse tan nerviosa que no atinaba. Avisé al postor, él se acercó y efectivamente lo encontró», narra para Jara y Sedal. Estaba «muy nerviosa pero acabé supercontenta, me hizo muchísima ilusión».
Su segundo suido un año después
Ha sido esta temporada cuando en la localidad leonesa de Villapadierna ha conseguido cazar su segundo ejemplar. «Esta vez también fue increíble, iba acompañada de mi hija y a ella le encanta la caza, de hecho a sus 15 años se sacará ahora el permiso de escopeta… Bueno, según las notas que saque», narra en tono jocoso.
«El primer disparo le dio en una pata y el segundo ya le dio de lleno», explica. El resto de la temporada dice Begoña que «se ha dado mal, porque fallaba los jabalíes», admite. Lleva un rifle de batida y asume que le falta mucha práctica, «porque estoy empezando». Este último jabalí pesaba 60 kilos. «Le sacaré los colmillos para hacerme un colgante», concluye.