En los últimos días la Península Ibérica se ha visto azotada por una DANA móvil que está dejando fuertes tormentas en casi toda España. El momento no puede ser más inoportuno, especialmente para la perdiz roja, puesto que en estos días se encuentran en una de las fases más delicadas de su periodo de reproducción. La Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) ha activado el aviso por riesgo (amarillo) o riesgo importante (naranja) en siete comunidades autónomas, lo que se traduce en granizo y lluvias torrenciales.

Como ya hemos explicado en otras ocasiones, la lluvia es un factor esencial para la perdiz, porque de ella depende el celo y el éxito de la reproducción, la existencia de refugio, cobertura para nidificar y el alimento. De hecho, se relaciona la existencia de lluvias veraniegas con que los bandos sean más grandes. Sin embargo, que llueva mucho o de golpe tampoco es bueno, porque puede echar al traste sus nidadas.

Las tormentas, tan temidas siempre por los agricultores, también son enemigas de las patirrojas. El problema de las lluvias fuertes también afecta a los perdigones. Cuando son pequeños el barro dificulta su desplazamiento, y si se mojan pueden morir de enfriamiento. La dificultad de desplazarse también hace que los depredadores los puedan detectar con mayor facilidad y a la vez estarán menos nutridos: es decir, serán presas fáciles.

perdiz roja
La perdiz y los pollos en el nido. © YouTube

Nidos inundados y huevos rotos por el granizo

Las tormentas tienen otra incidencia sobre la perdiz mucho más directa y negativa. Las más fuertes pueden destruir los nidos, anegarlos, producir que la hembra se levante y los huevos se enfríen e incluso romperlos si cae granizo. El exceso de humedad en el suelo también perjudica y afecta al delicado microclima que la incubación requiere.

Mención aparte merece el conocido dicho popular de los ‘huevos atronados’, según el cual los truenos los dejan inviables. Está por demostrar que el ruido de las tormentas les afecte directamente, lo cual podría hipotéticamente ocurrir, ya que el interior contiene delicadas membranas sensibles a los impactos sónicos. Pero leyendas al margen los truenos, sí pueden provocar que las perdices se levanten de los nidos y de esta manera se enfríen los huevos.

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