El COVID ha cambiado nuestras vidas y nos ha trastocado todos los planes, personales y colectivos. Salvando la distancia entre lo prioritario y lo secundario, entre lo fundamental y lo accesorio, la práctica de caza se ha visto afectada por las restricciones y confinamientos al igual que tantas otras actividades.

Es entendible que, para aquellos que no son cazadores y desconocen de su importancia, la caza, no se considere una actividad esencial y que las peticiones de los cazadores para que se les permita la movilidad para salir a cazar les parezcan un despropósito. Sin embargo, ha quedado demostrada la necesidad de la caza para controlar las poblaciones por motivos medio ambientales, agrícolas, sanitarios y para evitar accidentes de tráfico por fauna salvaje.

Por otro lado, los cazadores no han entendido las limitaciones y restricciones establecidas, pues no se comprende que, dependiendo de la pieza a cazar y donde, se permitan o no los desplazamientos. A cuenta de ello, vierten en las RR.SS. un aluvión de comentarios, críticas y reproches de todo tipo dirigidos, en su totalidad, a un solo destinatario: las Federaciones de Caza.

Al igual, cada temporada de caza, con la publicación de los periodos hábiles de cada comunidad autónoma. O ante la aparición de cualquier noticia que afecte a la caza, las armas, la munición, los perros o Dios sabe a qué. Se repite el aluvión de críticas, comentarios  y descalificaciones dirigidas al mismo destinatario: las Federaciones. Pues parecen ser las únicas implicadas en las negociaciones, con sus logros y fracasos, recibiendo por ello palos a diestro y siniestro de propios y extraños.  

Dadas las circunstancias aparecen una ingente cantidad de entidades, organizaciones, grupos de Facebook, iniciativas, incluso particulares o influencers (yo los llamo vendedores) que se atribuyen la representación de los cazadores y, para estar a la moda, también del mundo rural. Dicen defenderlos en sus alegatos y vídeos divulgativos, pero la realidad es que nada se sabe de su actividad, ni cómo ni dónde lo hacen; limitándose a fiscalizar el trabajo de los demás sin mostrar el suyo.

Viene de largo… ¡y ya cansa!, que todas las críticas, reproches y demás lindezas vertidas en RR.SS. tanto por federados como por no federados -que manda huevos que quienes no pertenecen a las federaciones tengan la desvergüenza de criticarlas y pedirles que le arreglen lo suyo- tengan este único destinatario; y por ende sus dirigentes.

No seré yo el que renuncie a criticar o aconseje dejar de hacerlo. Ello es parte de nuestro derecho a defender lo que pensamos o queremos. Pero sí me parece, que los cazadores, deberíamos “repartir las hostias” entre quienes, de motu propio, se erigen en nuestros defensores y representantes. A ver si de esta manera toda esa ingente cantidad de entidades, organizaciones, grupos, iniciativas, particulares y vendedores se ponen, de verdad, a trabajar por la caza en vez de estar de perfil.