La naturaleza nunca deja de sorprendernos. Y este vídeo es una perfecta muestra de ello. En él se puede ver perfectamente cómo una coneja (Oryctolagus cuniculus) desentierra y entierra a sus crías para alimentarlas. Es una táctica de sobra conocida por cualquier cazador, puesto que en época de cría es muy frecuente encontrar este tipo de excavaciones, conocidas como ‘conejeras’, donde se esconden.

Durante sus primeros días de vida los conejos nacen completamente sordos, ciegos y sin pelo. Son seres indefensos que son presa fácil para cualquiera de los muchos depredadores que tiene la especie. De hecho, también son el blanco de los ataques de otros conejos macho, que no dudan en matarlos por dos motivos: eliminar a un futuro competidor por las hembras y forzar un nuevo periodo de celo con su madre para poder copular con ella. Por este motivo no pueden ser alumbrados en el interior de las madrigueras o vivares «comunitarios» en los que normalmente se refugian los conejos adultos.

Una técnica de supervivencia

Con este panorama, a mamá coneja no le quedan muchas opciones para mantenerlos a salvo y lograr que sobrevivan, así que no le queda otra que enterrarlos vivos para evitar que sus enemigos los descubran.

Generalmente la coneja da de mamar a sus crías dos veces al día. Y eso es precisamente lo que puede verse en el siguiente vídeo. La grabación muestra cómo el pequeño mamífero se acerca hasta la conejera y, tras asegurarse de que nadie la observa, empieza a quitar una pequeña capa de tierra. En ese momento, uno tras otro, van apareciendo los pequeños conejos para ir amamantándose de su madre. Cuando han terminado de alimentarse, la madre los esconde bajo tierra de nuevo cubriéndolos totalmente y se aleja del lugar para no dejar su rastro y que pueda ser rastreado por los depredadores.

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¿Por que no se asfixian los conejos enterrados?

A pesar de lo contradictorio que puede parecer, los pequeños conejos están más a salvo bajo tierra que sobre ella. No se asfixian porque la madre deja un pequeño orificio por el que entra el poco oxígeno que necesitan para mantenerse con vida. Hay que tener en cuenta que las hembras de esta especie cuentan con un periodo de gestación de unos 30 días tras los cuales nacen los gazapos. La hembra los deposita en la conejera, donde tardan unos 10 días en abrir los ojos y desarrollar el pelo. La lactancia dura en torno a 30 días, si bien a partir de los 20 los gazapos ya comienzan a asomarse al exterior y a ser más activos, pudiendo comenzar a ingerir otros alimentos.