El jabalí de Tomás Higuero, junto al corzo de Sergio Muela de 250 puntos CIC abatido en 2016, son posiblemente los dos trofeos de caza españoles más importantes. De hecho han pasado algo más de 40 años sin que nadie sea capaz de batir el récord de Tomás.
¿Las razones? Es evidente que el tamaño de la población tiene mucha importancia, dado que la escasez significará que habrá potencialmente menos machos adultos capaces de portar grandes trofeos. A nadie se le escapa que la población de jabalíes está explotando en toda Europa, habiendo colonizado, en nuestro caso, todo el territorio peninsular español.
En revistas del sector podemos leer que hay más de tres millones de ejemplares en nuestro país. A mediados de los años 80, según el Instituto Nacional de Estadística, se cazaban más de 30.000 ejemplares al año y en 2016 fueron algo más de 350.000. Estoy seguro de no equivocarme si afirmo que en este momento se cazan unos 500.000 guarros al año.
Hay que tener en cuenta para este cálculo el crecimiento en todas las provincias del litoral mediterráneo. Como ejemplo, en Gerona se cobraron algo más de 72.000 la temporada pasada. Este aumento impresionante de jabalíes debería facilitar que se cacen cada año más machos y que, en muchas sierras, haya ejemplares que sobreviven muchos años. Y, sin embargo, aunque se cazan muchos trofeos medalla de oro el récord no se ha superado.
¿Cazamos los jabalíes pronto o tarde?
Pedro Fernández-Llario, gran experto en jabalíes, afirma el trofeo de jabalí está en su máximo desarrollo entre los cinco y seis años de edad. A partir de ahí la longitud de los colmillos va menguando por el desgaste natural.
Es evidente que en zonas tradicionales de caza hay una presión enorme sobre los navajeros y más desde la irrupción de visores térmicos, nocturnos y otros elementos tecnológicos. Pero también es cierto que la España interior va quedando despoblada y que el monte ha crecido una barbaridad ofreciendo mayor defensa a las poblaciones de animales salvajes. La superficie forestal crece de forma desordenada del orden de 150.000 hectáreas al año por el abandono de la agricultura y, en este momento, representa más de 28 millones de hectáreas, de ellas 18 millones de arbolado.
Sería iluso pensar que en esta tremenda masa forestal unos cientos de miles de cazadores somos capaces descabezar la población de machos. La prueba que esto no esta ocurriendo es que en el periodo 1976/84 en el catálogo de la Junta Nacional de Homologación figuraban 195 medallas de oro, mientras que en último catálogo de 2011-17 aparecen 1.372 trofeos de esa categoría, de ellos 884 en terrenos abiertos.
El porcentaje de trofeos medalla de oro sobre el total de animales cazados sigue siendo casi idéntico.
¿Será por falta de comida?
La cantidad de comida disponible para los jabalíes no ha disminuido como ya quedó demostrado en el punto anterior. Además, los animales han colonizado zonas de España donde antes no existían teniendo acceso a nuevos alimentos: frutales, almendras, regadíos, basuras etc.
Es cierto que hay menos siembras de cereal, pero el incremento de la masa forestal produce un aumento significativo de bellotas, piñones etc. Tampoco los cambios naturales del clima pueden tener incidencia y menos en un periodo tan corto de tiempo.
Los años 80 fueron más fríos que los actuales, pero también fueron muy secos. La sequía actual no parece estar influyendo en la población de suidos sino todo lo contrario como demuestra la expansión de su población. Los voraces y omnívoros jabalíes tienen una enorme capacidad de adaptación. Por esta razón, no pienso que la calidad de la comida que ingieren nuestros queridos cochinos sea inferior, ni esté influyendo en una bajada de la calidad de los trofeos.
Por otra parte, incluso en fincas cercadas y gestionadas con piensos específicos que buscan mejorar la calidad de los colmillos tampoco se ha logrado superar la barrera mágica de los 136,95 puntos.
Por último, está la cuestión genética, un factor que tiene mucha importancia a la hora de determinar la calidad de los trofeos de jabalí. La prueba de ello es que los jabalíes turcos tienen mejores trofeos que los españoles y los rumanos mejores que los franceses. Sin embargo, la genética del récord de España es puramente ibérica y los genes deberían estar allí.
Sigamos soñando con el récord de España de jabalí
Por lo que hemos visto, ni la falta de machos adultos en las poblaciones de jabalí, ni el tamaño creciente de su población, ni la alimentación, ni la genética ni la calidad del suelo suponen en nuestro día una barrera infranqueable para superar el récord de España de jabalí que cazó Tomás Higuero hace 40 años.
Es posible que algún día la ciencia nos de respuestas más ajustadas, pero, de momento, habrá que seguir soñando con que un día cualquiera un impresionante jabalí de casi 140 puntos nos pueda entrar en una charca en verano o perseguido por una rehala durante una jornada montera.
Si tuviese que apostar dónde aparecerá ese gran jabalí, me inclinaría por las montañas del prepirineo de Huesca o Lérida, las sierras de Gerona o Barcelona, alguna zona montañosa de Burgos, La Rioja, Álava o Teruel o, ¿por qué no?, entre encinas, jaras y alcornoques en la Sierra de San Pedro.
Trofeos homologados en tre 1950 y 2017
Según el último Catálogo de Trofeos de Caza publicado por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA, 2022), el número de jabalíes homologados desde 1950 ha ido creciendo exponencialmente. Así, mientras que en 1950 se homologaron 57 ejemplares, en el último periodo con datos publicados, entre 2011 y 2017 la cifra superó los 5.000.
Si tenemos en cuenta el total de ejemplares de jabalí que se han homologado en España, la cifra supera los 22.000. De todos ellos, 4.235 han resultado ser medalla de oro, 7.005 de plata y 10.832 bronce, pero ninguno ha conseguido superar el récord de 1983.
En el último periodo de homologación analizado, entre 2011 y 2017, la puntuación máxima de un jabalí homologado en terrenos abiertos fue de 132,78 en Girona (2015), seguido de dos ejemplares de 128,71 y 128,20 de Barcelona (2016) y Cantabria (2012) respectivamente, mientras que, en el caso de los terrenos cerrados el primer puesto lo ocupa un ejemplar con una puntuación de 135,95 cazado en Ciudad Real (2013), seguido de dos ejemplares de 132, 70 y 131,11 de Ávila (2017) y Ciudad Real (2016) respectivamente.