Los comportamientos del animal según su dueño eran extraños. Un día se escapó al jardín del vecino y este lo llevó al veterinario. Allí se dieron cuenta de su verdadera especie.
20/10/2016 | Redacción JyS
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Un estudiante de Tucson (Arizona, EE.UU.) vio un anuncio de alguien que regalaba un cachorro. Fue entonces a verlo y se lo llevo a casa. El chico y el animal congeniaron rápidamente, pero con el resto de personas el perro se comportaba de forma muy arisca.
Neo, nombre que le puso el nuevo dueño a su mascota, se mostraba nervioso durante los viajes en coche. Y cuando se quedaba solo en casa porque su dueño salía a la universidad, saltaba la verja del jardín y pasaba a la del vecino. Por ello, el chico decidió alzar más la valla, pero no tuvo ningún efecto, Neo la seguía saltando para jugar con el perro de los vecinos.
Al principio estos consintieron las escapadas del animal, pero un día decidieron llevarlo a un centro veterinario del Sur de Arizona. Fue entonces cuando llegó la sorpresa.
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La directora del centro, Maureen O’Neil se dio cuenta al instante de que no se trataba de un perro. ¡Era un lobo! Aquel descubrimiento explicaba el comportamiento esquivo del animal con los humanos y sus increíbles saltos.
Las leyes de Arizona no permiten la tenencia de lobos a quien no sea nativo americano o tenga un permiso especial. Por tanto O’Neil contactó con la fundación Wolf Connection y con el dueño del cánido, para que el animal fuera desplazado a la reserva de la Fundación.
Ahora el lobo vive junto a una manada en semilibertad.
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